“Nada más que se levante el sereno y empezamos a pizcar” fue la expresión de Juan, un experimentado cortador de cítricos, cuando llegaron a la huerta de limón italiano que va para exportación.
De gran nivel, es el compromiso con su trabajo, digno de reconocerse a quienes como él y por años, han construido la región citrícola de Tamaulipas.
Es que en la actualidad, de acuerdo al recién publicado Censo Agropecuario, en los cultivos perennes el estado cuenta con gran potencial.
Uno de ellos es la citricultura, que es la actividad agrícola de mayor importancia económica en la zona centro.
El estado ocupa el primer lugar en la producción nacional de limón italiano, también conocido como limón amarillo, el segundo en la producción de naranja y el tercero en toronja. Cabe hacer la distinción de que las mandarinas que aquí se cultivan, cuentan también con gran aceptación.
La superficie establecida para la naranja es de 41 mil 045 hectáreas, las cuales alcanzaron una producción de 812 mil 596 toneladas.
En el caso del limón italiano, se encuentran establecidas 10 mil 081 hectáreas, que producen 157 mil 543 toneladas, lo anterior, insisto, de acuerdo al Censo Agropecuario 2022.
Las huertas establecidas, donde se genera toda esta producción, se localizan en los municipios de Güémez, Hidalgo, Llera, Padilla y Victoria.
El cultivo comercial de limón amarillo se inició en Tamaulipas, desde los años 70, bajo un contrato entre la Asociación Tamaulipeca Exportadora de Cítricos (ATEC) y una empresa refresquera trasnacional muy conocida, esto con el objeto de obtener su aceite esencial para usarlo como saborizante por esta industria.
Desde entonces y hasta la fecha, el cultivo del limón amarillo se ha consolidado como un producto de exportación a Estados Unidos, Canadá y al mercado asiático como Japón y Corea.
Se dice que estos mercados son muy exigentes en sus procesos de control de calidad de la fruta, pero cómo no presumir la pasión con la que los citricultores tamaulipecos han hecho producir sus huertas.
Las prácticas implementadas para desarrollar estos cultivos requieren inversiones importantes y, por supuesto, de gente capacitada que va desde quienes hacen los árboles, injertan, plantan, riegan, podan, fertilizan, fumigan, hasta quienes cortan y trasladan la fruta.
El valor adicional que toda esta gente le pone a la producción de cítricos en la región estriba principalmente en que su función la hacen propia y se comprometen hasta el mayor de los esfuerzos por generar los mejores resultados.
Es digno de reconocer la labor que realizan también, tractoristas, operadores, ingenieros agrónomos y toda aquella persona relacionada con la actividad.
Ahora que entramos de lleno a la temporada de invierno, nos damos cuenta de lo importante que son los cítricos en nuestra alimentación, como proveedores principales de vitamina C al organismo, así como fortalecimiento del sistema inmunológico.
La citricultura también está en las posadas, en las bolsas de dulces hay quienes por tradición regalan una naranja o una deliciosa mandarina.
También está en las fiestas, pues hay quienes disfrutan su bebida mezclada con jugo de toronja o con rodajas de naranja y limón agrio.
Las zonas que integran Santa Engracia y El Barretal, y todo el centro del estado, es una zona privilegiada por la naturaleza, con suelos fértiles y agua abundante, que brinda desde tiempos pasados, según cuentan los historiadores y hasta nuestros días la oportunidad de consolidar una región que da identidad, fuerte y pujante.
Y como a la letra dice el huapango, al son de la música huasteca:
Si es agricultura y ganadería, Tamaulipas tiene.
Si es citricultura y artesanía Tamaulipas tiene.
Hasta la próxima.