Melitón Guevara Castillo.-
Los acontecimientos de los últimos días, que tienen que ver con la seguridad pública, sucedidos en la frontera, así como en Jiménez, como antes en El Mante, dan pie a preguntarnos sobre la realidad tamaulipeca; qué es lo que realmente está sucediendo. Por un lado, las redes sociales de manera intensa dan cuenta de hechos; en tanto que el gobernador Américo Villarreal Anaya y su Secretario General de Gobierno minimizan los hechos.
¿Qué sucede, luego entonces, con los hechos y la información? ¿Unos y otros corresponden, digamos, a una realidad? El pueblo, los ciudadanos con sus redes sociales dan cuenta de acontecimientos, que luego medios como la televisión reproducen. ¿Sucedieron o no? Y si sucedieron, cuál fue su magnitud, su alcance y repercusiones, al tal grado que los responsables del gobierno, el 1 y el 2, digan que todo está bien, tranquilo, que no pasa nada.
DIFERENTES HECHOS
A quien estudia comunicación o periodismo, en primera instancia le explican que hay cuando menos tres tipos de hechos: los presentes o actuales, los pasados y los futuros (que aun no suceden). Y en relación con las noticias, creo que no hay mucho que explicar: que unas son verdades, reales, que sí sucedieron; y que hay otras, que no, que no sucedieron, que son inventadas, es decir, falsas. Y, en esta coyuntura, se les explica, que en cuestión de noticias hay tres tipos, mínimo, de intereses: el interés de la fuente, a quien le interesa que se cuente; el interés del mensajero (reportero, columnista o el medio periodístico).
En el caso que nos ocupa, entiéndase, a la población nos interesa que los hechos se hagan públicos, que se visibilicen, porque nadie quiere correr riesgos, de ahí que estemos pendientes de lo que digan las redes sociales, los portales noticias, la televisión, sobre hechos de violencia. Y la cuestión es que buena parte de nosotros las creemos, no revisamos la fuente: en grupos de WhatsApp, por ejemplo, reproducen noticias viejas y nos asustamos.
VISIBILIZAR LOS HECHOS
La noticia, en pocas palabras, puede ser verdadera o falsa. La cuestión es la siguiente: durante muchos años la sociedad fue presa de la información: solo se conocía la que daban a conocer lo que hoy se conoce como medios tradicionales; los casos de corrupción se daban cuando había filtraciones, dando lugar a escándalos políticos. Con las redes sociales lo que se hace es darles visibilidad a los hechos que el ciudadano, con celular en la mano, trasmite el instante. Eso, aquí y en China, es bueno: lo malo es, precisamente, los intereses de quienes crean noticias falsas, que pretenden desorientar a la población.
Sobre los recientes hechos hubo datos e imágenes en las redes sociales. Los hechos fueron bloqueos de calles, secuestro de vehículos e incluso autobuses o tráiler. La cuestión es: ¿sucedieron o fueron, como vulgarmente se dice, hechos de otros lugares?. Lo que sí es cierto es que, en el caso de Matamoros, ayer martes en dependencias públicas regresaron a los empleados y que líneas de autobuses foráneos suspendieran sus viajes (lo último se reportó en redes sociales). Y en Reynosa el juzgado federal también suspendió sus labores.
LA REALIDAD SE CONSTRUYE
Pierre Bourdieu afirmó hace muchos años que la opinión pública no existe, precisamente porque medios, reporteros y fuentes construyen la noticia: incluyendo, excluyendo y jerarquizando la información. La explosión de las redes sociales hace que, hoy en día, la información sea un torrente, alguna sin confirmar, en otros casos sin sustento, pero ahí está: es una realidad informativa que no podemos soslayar. Y en esta coyuntura es como Américo Villarreal, el gobernador, y su secretario general de Gobierno, Héctor Villegas, afirmen que todo está tranquilo, que no pasa nada.
La población, el ciudadano común, está preso en un conjunto de información cuya veracidad es difícil de confirmar. Sin embargo, hay hechos innegables: los bloqueos son reales para quienes los viven en carne propia; las balaceras son reales para quienes se encuentran con una bala, no lo cuentan. Unos no tenemos ese tipo de experiencia, pero nos damos cuenta por el familiar, el vecino o el amigo que sí la vivió y que, por lo tanto, es difícil pensar que no sea cierto.
¿A QUIÉN LE CREEMOS?
Así las cosas, los ciudadanos tamaulipecos estamos dentro de un círculo donde hay dos verdades: las que nos cuentan las redes sociales, que es para no estar tranquilos; y la que nos ofrece, de manera institucional, quien nos gobierna. ¿Cuál es la verdad?