En su enésima visita a Tamaulipas, ésta vez para inaugurar las instalaciones del 16avo regimiento de caballería motorizada en Nuevo Laredo, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, reiteró, “todo su apoyo para garantizar la paz y tranquilidad de las y los tamaulipecos”.
En medio del repunte de la violencia delincuencial que enfrentan municipios como San Fernando, Reynosa y Río Bravo, ese ofrecimiento nos debería emocionar e ilusionar, porque uno se imaginaría que eso significa la llegada de cientos o miles de soldados, marinos y guardias nacionales, para confrontar a los grupos criminales.
Lamentablemente, el apoyo presidencial ha sido solo en el discurso. Lo mismo ha ocurrido en otras ocasiones en que ha prometido ayuda para nuestro estado. El cariño que dice tenerle a Tamaulipas no se ha materializado.
Que mal, presidente. Sobre todo, porque la mayoría de los tamaulipecos le han dado el respaldo a su gobierno, porque confiaron en que con usted le iría muy bien al Estado, sobre todo en temas como la seguridad pública.
Sin embargo, no ha habido reciprocidad de su parte. Los tamaulipecos no hemos visto muestras de ese cariño que tanto nos reitera cada que nos visita.
Pero todavía tiene tiempo de reivindicarse. Le quedan poco más de nueve meses como presidente, suficientes para que apoye al Estado con más presencia de las fuerzas armadas haciéndole frente a la delincuencia.
Así evitará que Tamaulipas regrese a aquellos tiempos idos de terror y le aseguro que con eso quedarán saldados todos los agravios por apoyos incumplidos.
Échenos también la mano con los recursos presupuestales suficientes para la construcción de la infraestructura hídrica que resuelva la crisis del agua que enfrentan las principales ciudades del estado, sobre todo la Capital.
Por ejemplo, a Victoria le urge un nuevo acueducto, porque de lo contrario, en menos de cinco años, podría enfrentar una de las peores crisis de su historia al quedarse sin agua para los hogares. Se necesitan en promedio mil 800 millones de pesos, que para su gobierno no son nada pero para los victorenses lo son todo.
Son muchas las necesidades de Tamaulipas, pero la urgencia está en esos dos rubros: la seguridad pública y el abasto de agua.
Además, si usted abre la chequera presupuestal dejará mucho más fortalecido al gobierno del doctor, Américo Villarreal Anaya.
EL RESTO
¿DE QUÉ SE TRATA?.- Durante el gobierno del panista, Francisco García Cabeza de Vaca, la Secretaría de Seguridad Pública fue uno de los principales focos de corrupción.
Desde las áreas administrativas de la dependencia, al amparo del manipuleo con la compra de gasolina, equipamiento, el mantenimiento al parque vehicular, y hasta el “jineteo” de los viáticos de los policías, un puñado de funcionarios construyó enormes fortunas que les resolvieron el futuro económico.
Incluso servidores públicos de bajo nivel, “segundones”, hoy son dueños de ranchos, residencias, boutiques, carnicerías, y otra gama de negocios, que los hacen aparecer como potentados empresarios.
El punto es que, partiendo del hecho de que una de las principales banderas de la cuarta transformación, es la lucha contra la corrupción, uno esperaría que esas prácticas hubieran sido erradicadas y que los beneficiarios de esa red de corrupción estuvieran fuera de la secretaría.
No obstante, asombrosamente no es así. Muchos de esos funcionarios desleales siguen en la nómina, y lo que es peor, haciendo lo mismo que hacían con el gobierno panista.
¿De qué se trata, entonces? ¿Lo sabrá el titular de la Secretaría?
ASI ANDAN LAS COSAS.