Rogelio Rodríguez Mendoza
Para muchos podrá parecer un asunto trivial, irrelevante, sin importancia, pues, pero créame que no lo es. De hecho, sin un afán de caer en exageración, le puedo asegurar que, se trata de un tema tan serio que, en muchos casos puede implicar un riesgo de muerte.
Le hablo de los topes. Si, esos bordos o “bardas” que abundan en las vialidades de las principales ciudades del estado, e incluso en algunas carreteras federales y estatales, con un presunto propósito de servir como reductores de velocidad.
Por razones inexplicables, entre las que podría estar la tacañería, o de plano el valemadrismo, de las autoridades municipales, no existe señalización que alerte a los automovilistas sobre la proximidad de algunos de esos obstáculos.
Como no están pintados y se confunden con la cinta asfáltica, los conductores no los detectan hasta que ya están casi encima de ellos. Eso hace que, por instinto, el automovilista casi siempre reaccione frenando intempestivamente, generándose así un efecto adverso al que se busca porque, en vez de prevenir un accidente se genera un alto riesgo de provocarlo.
Seguramente en las estadísticas de las áreas de tránsito en cada municipio, debe haber evidencia de la gran cantidad de accidentes que se han originado porque los conductores no advirtieron la presencia de los bordos asfálticos.
El punto es que, resulta tan obvio el peligro que representan, que uno no entiende cómo es que los gobiernos municipales no han asumido su responsabilidad para remediarlo.
No se necesita más que sentido común para entender que, un tope sin señalización, o sin pintar, para lo único que sirve es para causar accidentes en vez de prevenirlos.
Y es que, le insisto, el problema no solo existe en las vialidades de las principales ciudades. También hay topes de esas características en diversas carreteras, lo que obviamente implica un riesgo todavía mayor de una desgracia.
Lo hay, por ejemplo, en la carretera Victoria-Matamoros, a pocos kilómetros de la ciudad fronteriza, e igual sucede en la carretera interestatal, poco antes de llegar a Valle Hermoso.
Por todo ello, esperemos que, en algún funcionario comprometido realmente con su labor, quepa el compromiso con su tarea y tome la iniciativa de hacer algo al respecto.
O tal vez el asunto podría servirle a alguno de los diputados locales para que suba a tribuna una iniciativa con ese reclamo.
De hecho, no se necesita mucho más que pintar de amarillo todos los topes. Colorearlos hará que cumplan su propósito de reductores de velocidad y a la vez evitará que sigan ocurriendo accidentes automovilísticos.
¿Alguien lo hará? Ojalá y sí.
EL RESTO
HIPOCRESÍA.- Este 5 de febrero, como ocurre cada año, en Tamaulipas y en todo el país, abundaron los festejos para celebrar un aniversario más de la promulgación de la constitución mexicana.
Paradójicamente, muchos de quienes asistieron a los actos conmemorativos son los que más la han pisoteado.
A pesar de ser los más obligados a respetar la constitución, los servidores públicos son quienes más atentan contra ella.
Si la constitución pudiera hablar, les llamaría hipócritas.
Pero déjeme y le digo que, también nosotros, los ciudadanos, tenemos mucha culpa, porque no nos hemos preocupado por conocer nuestra Constitución. En ella están plasmados todos los derechos humanos y los medios para hacerlos efectivos.
ASI ANDAN LAS COSAS.