Dice la sabiduría popular “que no hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla”. La llegada al poder del empresario republicano Donald Trump como el 47° Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica no decepcionó.
Se esperaba un gran show desde el primer momento en que tomara la investidura presidencial del vecino país del norte y que mostrara en su discurso nacionalista su carácter racista y xenófobo ante el mundo, y eso fue lo que obtuvimos.
Y por supuesto que no iba a dejar pasar la oportunidad para dirigir sus ataques a México, que se ha convertido en su saco de boxeo preferido. Para Donald Trump, desde su anterior mandato, nuestro país es su “válvula de alivio de presión” para justificar, según él, todo lo que está mal en Estados Unidos.
Desde que inició su campaña, el discurso de Trump estuvo cargado de odio hacia los inmigrantes, tachándolos de “criminales” y “parásitos” que se alimentan de las entrañas de la gran Norteamérica. Después de ganar las elecciones de 2024 su discurso se endureció mucho más.
Por eso, no sorprendió a nadie cuando declaró la emergencia en la frontera sur que comparte con México, para realizar una deportación masiva de migrantes, además del anuncio de retomar la política “Quédate en México”, que obliga a migrantes a esperar en territorio mexicano durante su proceso de asilo en Estados Unidos.
También hizo realidad la tan anunciada amenaza de designar a los cárteles de la droga mexicanos como organizaciones terroristas. El Presidente de los Estados Unidos aprobó, en su primer día como mandatario, esta orden ejecutiva que prevé la posibilidad de que el Gobierno estadounidense pueda vulnerar la soberanía de México con ataques mediante drones o incursiones militares en suelo mexicano.
Queda pendiente de concretar la amenaza de imponer aranceles del 25 por ciento a Canadá y México, naciones con las que comparte el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Debemos recordar que el Presidente republicano también prometió en noviembre pasado, junto al aumento de impuestos a la importación de productos canadienses y mexicanos, imponer aranceles del diez por ciento a las importaciones mundiales y del 60 por ciento a los productos chinos.
Mientras tanto, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ante las medidas tomadas por Donald Trump, pide mantener la “cabeza fría” y enfatizó que la mayoría son acciones que Trump ya había adoptado durante su primer mandato.
Declaración que es medianamente cierta, si bien es verdad que Trump continúa con su política antinmigrante donde la dejó, el declarar de manera unilateral a los cárteles de la droga mexicanos como organizaciones terroristas es un duro revés a las relaciones diplomáticas entre los dos países.
La preocupación del Gobierno mexicano es que Estados Unidos justifique operativos e intervenciones militares en nuestro territorio bajo la excusa del combate al terrorismo.
Al final Donald Trump fue fiel a su discurso y desde el primer día ha cumplido sus promesas de campaña con respecto a México. Los encargados de la diplomacia en nuestro país tendrán un hueso duro de roer, pero al menos el republicano ya puso sus cartas sobre la mesa.
Se dice que la crisis es sinónimo de oportunidad, esperemos que el gobierno de Claudia Sheinbaum esté a la altura de la situación y no termine como su antecesor, del que Trump presumió alguna vez haber “doblado” al lograr el despliegue de miles de soldados mexicanos en las fronteras sur y norte para detener la ola migratoria en 2019.