diciembre 4, 2024
Publicidad
María José Zorrilla

Un intruso bienvenido

abril 24, 2023 | 355 vistas

María José Zorrilla.-

El sábado acudí a un evento de agradecimiento a colaboradores, artistas y prensa que apoyaron la Subasta pasada el mes de marzo en la Biblioteca Los Mangos. Una de las asistentes llegó con dos hermosos perritos miniatura que hicieron la tarde de las dos únicas niñas que acompañaron a sus mamás. Las pequeñas no se conocían entre sí, pero parecían íntimas de toda la vida, de la misma edad, la misma altura y sin mayor problema cada una pidió un cachorrito prestado y se dedicaron a correr por el amplio jardín de Los Mangos. Luego se preocuparon por darles agua y los dos animalitos al mismo tiempo lamían desesperadamente el vaso para saciar la sed para continuar con sus dos nuevas niñeras, que cual novedad gozaban ampliamente del espacio y el cariño de las pequeñas de escasos nueve años. En la mesa donde me tocó compartir con artistas y colaboradores estaba Verónica, la mamá de la pequeña Victoria y mi amigo Memo, comentó sobre la importancia de ver a los niños jugar al aire libre en lugar de tenerlos atados a un celular. Sí, comentó Sofy del Vallarta Opina, desgraciadamente los celulares se han convertido en las nuevas “nanies” de los hijos. Es común que cuando hablamos de nuestra infancia las personas mayores mencionamos con un dejo de orgullo cuán felices fuimos en nuestra niñez en comparación con los niños de hoy que al igual que los padres y la mayoría de las personas, nos hemos convertido en esclavos de los dichosos celulares. Sin importar la relación, tema o persona con la que estemos a un lado, parece ser más importante tomar el celular, recibir la llamada, leer la última noticia, informarnos del último chisme o meme por whatsup, que darle su lugar a quien tenemos a un lado. Yo fui muy crítica de un presidente municipal de Vallarta hace algunos años, que por ser de otra generación se la pasaba pegado a su celular y sin distingo alguno de reunión o grado de importancia no despegaba la vista de su celular. Llegué a sentirme tan molesta e indignada que decidí jamás volver a reunión alguna donde estuviera el edil presente. Tampoco me volvieron a invitar, porque escribí una Tercera Llamada con el tema en cuestión. Unos años después de esos incidentes, me confieso una adicta al grado que hasta en el semáforo me siento tentada a ver el WhatsApp, leer esto o aquello sin despegarme del smartphone. Me ha llegado el virus del celular, de la inmediatez, la lectura de un libro ya no se me hace tan atractiva y si meto la mano dentro de mi bolsa y no siento lo duro de la superficie de mi nuevo amo, me entra una angustia terrible. Lo habré dejado en casa, se me perdió, me lo robaron. Qué instantes de angustia por algo que me está dominando la vida, salvo la noche, que me salva de mi yugo para disfrutar del silencio. También procuro durante reuniones con amigos no estar tan pendiente del teléfono como respeto y recuerdo de aquellas imágenes del alcalde de la década anterior. Ayer leía una nota sobre una nueva onda, todavía no muy expansiva de los nuevos dumbphones. Unos celulares medios “tontos” o “ladrillos” diseñados a propósito con muchas limitantes. Carecen de la tecnología que hace que un dispositivo sea inteligente. Este pequeño incremento de peticiones no cuantificado aún, significa que hay muchos preocupados por la cantidad de tiempo que se pierde en aquel universo pleno de aplicaciones, fake news, memes, nuevos retos de influencers con videos absurdos y juegos que para los adolescentes empiezan a ser un peligro. Un testimonio tomado de la BBC de una joven menciona: “Hasta que compré un teléfono ladrillo no noté cuanto tomaba mi vida un smartphone”. “No creo que me limite, definitivamente soy más proactiva”. Me costaría mucho trabajo pensar en deshacerme de mi smartphone, es una adicción que como todas implica un esfuerzo especial. Lo comparo a una acción que en términos coloquiales diría que te caiga el 20 en lo más íntimo de tu cerebro, para prescindir del vicio, al menos así lo pensé cuando deje el cigarro hacer más de 30 años. Excusas para no hacerme de un nuevo ladrillo, serían múltiples, mi trabajo depende en mucho del celular y de ciertas aplicaciones, pero no está mal darle una revisada al tiempo que le invierte uno en las redes sociales, cada vez más adictivas. El caso de las dos pequeñas disfrutando al máximo con Wulffie y Frida me hizo ver cuán diferente podría ser nuestra vida si aprendiéramos a valorar el tiempo que le dedicamos a otras actividades ajenas al cuadrito de pantalla negra que nos ha ido robando la vida sin darnos cuenta. De pronto hemos aceptado un intruso en nuestras vidas, le hemos dado entrada por la puerta grande y ya lo hemos metido a nuestra habitación lo más cerca de nuestra cama. Esta ha sido la invasión más exitosa desde el desembarco a Normandía sin fusil ni cañón de por medio. El ejército son los gigas, los megas, la RAM para medir potencial, almacenaje y velocidad del invasor del que seremos vasallos.

Comentarios

MÁs Columnas

Más del Autor

Ruido informativo

Por María José Zorrilla

A cantar se ha dicho

Por María José Zorrilla