diciembre 12, 2024
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Un mal necesario

diciembre 12, 2024 | 1 vistas

Oscar Pineda

 

Aunque la medida podría resultar poco popular y aunque en su momento fueron los mismos diputados de Morena (en la legislatura anterior) quienes la impulsaron, eliminar la licencia permanente de conducir es un mal necesario.

Este impuesto, que insisto a casi nadie le agrada, es una fuente de recursos necesarios para la ejecución de programas y obras estatales, que además permite compensar de alguna forma el insuficiente presupuesto que viene de la Federación.

Fue en febrero del 2022 cuando el grupo parlamentario de Morena y aliados consideraron que era necesario eliminar la temporalidad de este documento bajo el argumento de que ni los datos personales ni las aptitudes de los derechohabientes cambiarían en dos, tres o cinco años, por lo que los cobros por renovación no se justificaba.

A toro pasado llegaron a la conclusión de que los recursos provenientes de este impuesto son indispensables para la operatividad del gobierno y sí que lo son, pues representan una fuente de liquidez para poder desarrollar determinadas acciones gubernamentales.

¿Cuál será el costo político de esta decisión? Ninguno, si estos recursos permiten generar bienestar para los ciudadanos.

 

EL PERSONAJE

Si bien no son los tiempos de pensar en la sucesión gubernamental, las y los interesados en generar una posibilidad de competir deben mantenerse vigentes en el ánimo del gran elector y de los ciudadanos.

Ojo, no se trata de ver quien coloca más fotos en el Instagram ni quien asiste a más posadas simulando baños de pueblo, sino de quien sirve más al proyecto de la presidenta Claudia Sheinbaum y del gobernador Américo Villarreal Anaya.

Por ejemplo, en el caso de las y los legisladores que ya andan acelerados, una forma de apoyar al proyecto de Tamaulipas sería defender y gestionar mayores recursos para la entidad, calentar la curul sin generar nada para el estado no los pone en la línea de salida para la carrera del futuro.

 

POSDATA

Se acaba el año y también la enjundia con la que iniciaron algunos alcaldes como el de Matamoros, Beto Granados, quien hasta ahora ha sido pura llamarada de petate.

 

 

 

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