Ma. Teresa Medina Marroquín.-
Algunos recordaban -todavía hace unas cuantas horas- la elección histórica del 6 de julio de 1988.
Un acontecimiento donde el candidato electo a la Presidencia de la República, el priista Carlos Salinas de Gortari, derrotó (¡ya sabemos que no!) al abanderado de la izquierda Cuauhtémoc Cárdenas, así como en segundo término al Maquío Manuel J. Clouthier, que representaba los intereses de la derecha.
Mención aparte de la caída del sistema y de tantas historias que de tanto repetirse llevan al hastío, las cosas pasarían de ese monólogo histórico a lo siguiente:
Si la gente preguntara, ¿cuál es la diferencia de aquellos tiempos de 1988, con la distancia de 35 años del 2023? ¿La realidad sería la eterna crisis económica?
La misma letanía desde que los españoles conquistaron el Imperio Mexica, la que jamás nadie, por patriota y héroe que fuese reconocido, incluso más allá del simbólico independentista de 1810, alcanzó a arrancar de las entrañas de la nación.
Una crisis económica que engendraba pobreza y muy escasas oportunidades de progreso, pero que de muchas formas el escenario se convierte en una especie de dramita muy a la mexicana, por más que se diga que nuestro pueblo es muy trabajador.
Esto es, los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, supongo que sí, qué importa que muchos se rasguen las vestiduras, considerando que la autocrítica también es bastante saludable para el pueblo.
En otras palabras: no perdamos la lucidez, igual que la memoria.
¿Vivíamos mejor en 1988 o ahora en 2023 estamos ante un escenario absolutamente distinto, donde hasta la pobreza y las escasas oportunidades de prosperidad han sido superadas?
Pues nada que la dichosa democracia, con todos sus avances civilizatorios, no da grandes señales de vida, sino que al contrario, sus tantas y diversas escenografías circenses ya se convirtieron en el entretenimiento de 130 millones de mexicanos.
¿TAMBIÉN LA CIUDADANÍA ES RESPONSABLE?
La otra pregunta es si la democracia ha venido a usurpar en una forma muy vulgar y peligrosa la vida tranquila que solíamos tener, antes de que aparecieran las infinitas convicciones que han hecho de esta democracia una panacea que siempre no ha resultado así.
Todas y todos acertamos: vamos de mal en peor.
¿Cuántos homicidios se dan todos los días desde Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador? No tengo el dato exacto a la mano, pero la numeralia es catastrófica.
¿Entonces estamos mejor que antes, básicamente después del simbólico 6 de julio de 1988? ¿O una enorme proporción de los males que aquejan a la nación son a partir del surgimiento de la democracia?
Eso parece ser, por absurdo que parezca, e inadmisible que algunos intenten darle la razón a Porfirio Díaz de que el pueblo no se preocupa lo bastante acerca de los asuntos públicos como para formar una democracia.
Agregando que los mexicanos tenían (¿o tienen?) un carácter egoísta.
¿Será correcto entonces decir que la violencia que se vive todos los días no es a causa de una democracia que no se ha podido digerir?
Por lo pronto las acusaciones sobran y se reparten a diestra y siniestra: que el pueblo mexicano tiene una mentalidad medieval y que la clase política es en extremo corrupta; que no tiene remedio.
GATTÁS: UNA NOTICIA EXTRAORDINARIA
La certeza de que la segunda línea del acueducto se construirá la dio el alcalde Eduardo Gattás Báez, tras afirmar que este megaproyecto quedará inscrito ante la Unidad de Inversión de la Secretaría de Hacienda el próximo 15 de julio, lo que garantizará el suministro de agua para los siguientes 50 años en la capital de Tamaulipas.
¡Feliz fin de semana!
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