diciembre 4, 2024
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Libertad García Cabriales

Una mujer al mando: del miedo a la esperanza

junio 3, 2024 | 314 vistas

Libertad García Cabriales

 

Para Luciana, Loreta, Priscila y Roberta, con amor profundo

 

La vida me ha regalado cinco nietos. Cuatro de ellos mujeres. Amanecí este tres de junio pensando en ellas, antes de empezar a escribir este texto. El México en el que ellas están creciendo ya no es el mismo en el cual habitamos mis hermanas, mi madre, mis abuelas. Hace unas horas elegimos a la primera mujer presidenta de esta suave patria. Y no es que el añejo machismo desaparezca en un día, ni por decreto; pero con esta victoria contundente, todas las niñas y mujeres de este país sabrán que se puede lograr llegar a cualquier meta, así sea la Silla del Águila. De ese tamaño es el simbolismo en un hecho histórico sin precedentes. El poder público no tiene, no debe tener género. Y las urnas nos han dejado un mensaje pleno de significados.

Y Claudia Sheinbaum no llega sola. Millones de mujeres llegan con ella. Primero, quienes ya no están, pero iniciaron esta lucha desde hace más de un siglo, las mujeres como Amalia González Caballero, quien se atrevió a estudiar, prepararse, trabajar fuera de casa, cuando muy pocas lo hacían y luchó incansablemente por el voto de las mexicanas. Setenta años después, bastantes batallas libradas por muchas mujeres, se tuvieron que dar para llegar a este florecido junio. Mi madre, una de ellas, quien con su valor político nos ha dado lecciones trascendentes. Mujeres conocidas y muchas más anónimas en distintas corrientes ideológicas, han tenido su parte en este triunfo que pone a nuestro país en la lista de la equidad. Nadie lo hubiera creído hace unos años. Lo he dicho ya: nunca pensé vivir para contarlo. La primera en Norteamérica. Una hazaña en un país con bien ganada fama de machista.

Con todo, México tendrá presidenta después de más de doscientos años de historia independiente. Una mujer en la que ahora recaerá un enorme poder y generará cambios estructurales, pero también una mujer como todas: hija, madre, abuela, esposa, amiga. Una mujer que conoce el dolor del parto, las desveladas con los hijos, la preocupación por dejarlos para ir a trabajar. Además, una mujer humanista, decidida a luchar por los sueños comunes y prepararse para ello. Porque Claudia no es una improvisada. Basta leer su trayectoria para saber quién es y cuáles son sus logros. Nacida en la ciudad de México, estudió Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM y después una Maestría y un Doctorado en Ingeniería Ambiental en California. Durante sus estudios, ya destacaba como activista social y defensora de los temas ambientales. Después vino la política profesional, los puestos públicos y los resultados en sus gestiones, donde quienes la conocen hablan de su exigencia, meticulosidad e incansable trabajo en cada uno de sus encargos. No en balde también tiene una larga trayectoria académica con reconocimiento internacional, incluido un Nobel de la Paz como parte de un Panel Intergubernamental.

Leo y sigo leyendo su trayectoria y entiendo mucho de su victoria. Una mujer culta, ecologista, empeñosa, de estrategias, metas y decisiones firmes. Con una historia de vida como todas, con dolores y alegrías, con dificultades y retos. Una mujer imperfecta como todo humano, pero capaz de asumir compromisos, dar resultados y dar la batalla por sus convicciones. Uno de sus colaboradores como jefa de gobierno recuerda cómo iba en el auto tomando nota de todo lo que veía mal y hacía llamadas para resolverlo. Y nadie podrá negar que Claudia haya caminado a un lado del presidente López Obrador, quien sin duda fue pieza fundamental en su carrera, en el refrendo que la sociedad le da a su proceso de gobierno. Pero es de una misoginia impresionante decir que el actual presidente estará atrás de la silla presidencial. No lo creo. Tal vez la elegida por las mayorías no tiene su carisma, pero tiene otras prendas que pueden ser más eficaces para la gobernanza. Las urnas revelan mucho de eso.

Descifrar el mensaje de las urnas es siempre complejo, pero cuando es tan contundente hay factores evidentes para todos. México habló en una votación copiosa y el partido en el poder venció de manera categórica. Pero es en extremo clasista decir que fueron los “ignorantes”, el “pueblo vil”, quien lleva el poder a Claudia Sheinbaum. (Habrá que decirles que Claudia ganó en todas las profesiones, entre los de más altos ingresos y empató con su opositora entre los de más altos estudios). Con todo respeto, pero los líderes de la oposición tendrán que leer bien el mensaje del electorado para entender a cabalidad las razones del voto, la dignidad de los votantes.  Asomarse al espejo con humildad y volver al origen de sus partidos.

En suma. Ustedes dirán que peco de optimista en un país violento y lleno de problemas. Pues peco, pero creo que después de tanta polarización y odio, esta victoria nos debe mover a la concordia, a la reconciliación, a la esperanza. Sin dejar de exigir siempre a los gobiernos, sin olvidar que somos los ciudadanos quienes les otorgamos el mandato. La tarea para Claudia Sheinbaum y para todos los representantes populares elegidos (ya habrá tiempo de hablar de ello) es enorme y muy complicada. Pesados adversarios tendrá que enfrentar. Pero es necesario confiar y ver el mañana con esperanza. Mientras escribo, veo la imagen de una niña checando interesada los resultados en una escuela local. Por ella, por todas las niñas, por todos los mexicanos; es necesario estar y construir unidos en la concordia. La Patria lo merece. Nosotros también.

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