Libertad García Cabriales
El verano no es tiempo de fragor, sino de verde tregua: Mario Benedetti
Dicen que la vida empieza de nuevo en el verano. Tal vez sea la luz de la estación, esa forma en que los rayos del sol nos despiertan cada mañana, o quizá sea ese espíritu libre de las vacaciones laborales y escolares. Los poetas hablan del verano como el tiempo del encuentro amoroso, atardeceres de abrazos, cuerpos al aire con aroma de mar. Bien lo decía García Lorca: huelen tus besos como huele el trigo reseco del verano. Es verano y hasta el ambiente se respira diferente. Más en este año excepcional, de verde verano lluvioso, con la tierra mojada y las mañanas frescas. Un regalo inesperado en estas tierras de canícula extrema y sofocante. Una tregua que mucho agradecemos.
Es verano y cada quien lo vive a su manera. Tiempo del bendito y necesario ocio, bueno para descansar, pasear, convivir o quedarnos en casa a limpiar cajones. Las cuentas de las redes sociales se llenan con fotos de personas que olvidan sus inhibiciones para mostrarse gozando de la vida en paradisiacas playas o en bellos paisajes urbanos. Viajeros y turistas (porque hay diferencia entre ambos) enviando imágenes de los lugares más visitados, tanto en el mundo como en nuestro país.
Las estadísticas refieren entre las ciudades más visitadas del mundo a Londres, París, Nueva York, Roma, Madrid, mientras en nuestro México la gente viaja más hacia sitios como Cancún, Vallarta, Ciudad de México, Zihuatanejo, Los Cabos y Guadalajara, aunque lugares como San Miguel de Allende y Oaxaca son cada vez más visitados. En ese contexto, podemos notar a un turismo de playa muy fuerte en este “país solar”, pero paradójicamente, a pesar de tener mar, tal turismo no siempre se cuenta como de naturaleza, por sus características más bulliciosas que relajantes en su mayoría. Muchas personas ni siquiera se acercan al mar y pasan su tiempo en las albercas, según los estudios especializados.
Dime que haces con tu ocio y te diré quién eres, dicen por allí. Y no se trata de dinero sino de cultura, porque conozco gente dinerosa que ha visitado el Valle de los Reyes donde fue descubierta la mismísima Tumba de Tutankamón en Egipto, pero no refleja en su conversación la experiencia vivida porque sólo fueron a tomarse la foto sin aprender del viaje, ni siquiera disfrutarlo. Mientras también tengo amigos, capaces de hacer de una visita a nuestro Tula mágico, una vivencia excepcional, aleccionadora y revitalizante. Porque es nuestra mente, nuestros ojos, nuestra voluntad, nuestro conocimiento, lo que hace la diferencia en el viaje.
Y luego están los niños. La importancia al elegir los destinos para vacacionar en familia. Porque también conozco muchos papás que cada año ahorran para “cumplir el sueño” de llevar a sus pequeños a Disneylandia. Van y vuelven a ir otra vez, ufff con todo respeto, es bonito que sus niños conozcan si pueden hacerlo, pero ¿por qué no llevarlos a conocer también México y su maravillosa cultura? La mejor manera de enseñarlos a amar a este maravilloso país es conociéndolo, recorriéndolo, sintiéndolo. Hay tanto que mostrarles en nuestra tierra y hacerlos así mejores ciudadanos. Y no se necesita mucho dinero para hacer un viaje al interior, de aquí a San Luis Potosí por ejemplo son poco más de tres horas en carretera y una fascinante ciudad colonial nos sorprende, sin dejar de pasar a las gorditas de Jaumave, siempre mejores que una hamburguesa en el país vecino.
Este verde verano nos ofrece diversas alternativas para darle vacaciones al estrés cotidiano. Entre ellas el llamado turismo verde con un infinito potencial de actividades. El verde relax recomendado por los especialistas en este convulso mundo donde la prisa, la violencia y las crisis diversas nos agobian, para combatir la fatiga mental y llenar de energía mente y espíritu a través de las bondades de la naturaleza. Vacaciones verdes, cada día más solicitadas, por los jóvenes principalmente, quienes quieren desconectar de la rutina sin el ajetreado ruido del turismo cosmopolita. Incluso se dice hay ejecutivos dispuestos a pagar cantidades millonarias por un fin de semana verde que incluya por ejemplo los muy famosos “Shinrin Yoku”, baños forestales iniciados en Japón para tratar el desgaste profesional. Una práctica que consiste en realizar largos paseos, ejercicios de respiración y contemplación, en espacios llenos de árboles grandes y longevos, con una duración de dos a tres horas al día. Escribo y pienso en los centenarios sabinos de los Troncones.
En suma. No tendremos millones, pero tenemos lujos muy poco valorados en los paisajes cercanos, ahora más bellos que nunca después de la bendita lluvia. Y si usted no es atleta para escalar, el puro gusto de la contemplación es todo un regalazo. Las vacaciones llegaron en un verde verano que ofrece una tregua para el mundanal fragor y el ajetreo. Estemos donde estemos, vamos a disfrutar la vida única.