José Inés Figueroa Vitela
Ahora que el gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA anunció el proyecto del segundo piso de la calle Hidalgo, que desde la carretera que viene de Victoria y Mante, cruza parte de Altamira, Madero y es el eje central de Tampico, las sorpresas abundaron.
No faltaron los escépticos, principalmente de la oposición minoritaria y sin faltar los bots, en las redes sociales, cuestionando la consecución de la obra, imponiéndole cualquier cantidad de trabas.
Que si es solo propaganda sin ninguna intención de hacerla, que si se llevará décadas en concluirla, que si el suelo no soporta los cimientos o hasta que va a ser “el despeñadero” de los tampiqueños, porque “no saben manejar” y en el paso a desnivel que ya hay en la ruta ha habido accidentes de ese tipo.
Ciertamente no es cualquier obra, requiere de una inversión cercana a los mil 500 millones de pesos, equivalentes al promedio del total del presupuesto que ejercen este año los tres municipios conurbados: Tampico mil 400, Madero 900 y Altamira mil 800 millones de pesos.
Por eso, el Gobernador, al anunciar el proyecto, aclaró que se están haciendo las gestiones y en el trayecto hasta su ejecución, ha iniciado con la socialización, que la conozcan, opinen y eventualmente se sumen a los esfuerzos.
Fuera de filias, fobias y manoseos politiqueros, la coincidencia es que realmente hace falta una obra de esa magnitud, para liberar el tráfico conurbado, que te lleva hasta una hora para llegar al centro de Tampico, regularmente.
La otra seguridad que domina el ambiente regional, es la confianza en que el gobernador AMÉRICO, conseguirá los financiamientos para construirla en tiempo y forma.
Igual que muchos de sus antecesores, el Mandatario estatal venía hablando desde los tiempos de campaña, de la vocación turística y prestadora de servicios del Puerto Jaibo, como principal destino playero y de convenciones; la diferencia es el promedio de ocupación hotelera, la derrama económica y el número de eventos que en la actual administración se ha dado, rebasando todas las expectativas.
Por eso, cuando ahora dice AMÉRICO que en Tampico se cristalizará la construcción del emblemático “segundo piso” -bandera física de AMLO Presidente y definición del nuevo gobierno central-, no hay realmente quien dude vaya a hacerlo.
Tampoco está en duda, que los municipios conurbados del sur vayan a gozar de un moderno sistema de transporte metropolitano -metrobús- y que hasta le alcance, para entregar a porteños y visitantes, un sistema de transporte aéreo -teleférico- interestatal, para cruzar sobre el Río Pánuco a los vecinos pueblos del norte de Veracruz.
¿Parecen un sueño?
Otros sueños ya se han hecho realidad bajo este mandato, incluido el trabajo armónico entre los tres municipios a los que solo una calle separa, pero histórica y socialmente han cultivado idiosincrasias distintivas, que en no pocas ocasiones les han alejado, desde sus propios liderazgos.
Hoy la alcaldesa de Tampico y los alcaldes de Altamira y Madero, por sobre sus propias luces y sombras, han encontrado puntos de encuentro, animando convocatorias comunes que hablan de entendimiento, rindiendo frutos puntuales a sus pueblos.
Siempre hubo con qué; solo había hecho falta el liderazgo, la convocatoria firme y convincente, para hacer bien las cosas, privilegiando el interés colectivo y blanqueando las praxis que en el pasado, de opacas, estuvieron marcadas por el signo de la corrupción.
De consecuencias reservadas, también es la denuncia que el Presidente del Congreso Federal presentó desde el Senado, contra la pandilla de juzgadores federales que mantiene un cerco de impunidad en torno al exgobernador de triste memoria e integrantes de su banda.
La intención parece ser, el evitar que los jueces corruptos se vayan limpios y logren borrar el negro historiar del exgobernador, parientes y compinches, cual será su intención.
Ya sabemos que los nuevos jueces no se venderán y harán justicia, pero ¿para qué seguir esperando, permitiendo otras impunidades?
Lo que se vaya a cocinar, que se vaya descongelando.