Melitón Guevara Castillo
Creo que, sin temor a equivocarme, que prácticamente todos en algún momento hemos tenido miedo. El miedo es el temor que sentimos por alguna u otra razón; por ejemplo, hay personas que tienen miedo de morir cuando, bien que lo sabemos, algún día habremos de morir. Tenemos miedo de enfermarnos o de sufrir un percance. Hay una infinidad de hechos y circunstancias que nos pueden generar miedo, pero de ahí, a vivir sin miedo hay una enorme distancia.
Hace días Ken Salazar, el aun embajador gringo en México, dio una conferencia de prensa. Lo hizo para echarnos miedo, de lo que puede suceder entre su país y el nuestro a partir del gobierno de Donald Trump. Y es que, una y otra vez, lo hizo como candidato, hizo amenazas que tienen que ver con la migración y con la delincuencia organizada, con la seguridad nacional para ellos y para nosotros. Hizo hincapié, es lo significativo: que tenemos derecho a vivir sin miedo.
MIEDOS DIFERENTES
Entiendo que hay diferentes miedos. El miedo, por decir, al regaño del papá; a quedarse sin empleo, a no tener dinero para la renta o para comer. Es un miedo distinto al que se genera y puede tener un impacto en nuestra integridad física o el patrimonio familiar. Es el que tiene que ver con la seguridad pública y a eso se refirió Ken Salazar… lo entendemos, él habla por las políticas e intereses de su país, sin embargo, toca un tema imposible de negar.
El miedo a la inseguridad pública es evidente, está en el ambiente, y de forma periódica el Inegi o alguna encuestadora nos da un panorama del fenómeno a nivel nacional y por entidades. Hay una percepción de inseguridad diferente en algunas ciudades o entidades federativas: hoy en día, por decir, nadie puede ocultar lo que está sucediendo en Culiacán o en Chiapas: los bloqueos carreteros, la quema de vehículos, el secuestro de familias enteras o la ejecución de otras, son el pan de cada día y no se puede ocultar con la expresión de que “no pasa nada”.
RAZONES IDEOLÓGICAS
Imposible negar que buena parte del territorio nacional vive en la zozobra por los hechos de violencia y en los cuales hay personas que pierden la vida. Las noticias nos dan cuenta de cómo, uno y otros grupos, se disputan la supremacía en algunas regiones o entidades del país. En este contexto el embajador gringo asentó que la estrategia del gobierno anterior no dio los resultados esperados, haciendo notar que está de acuerdo en combatir las causas del fenómeno. Sin querer queriendo, hagan de cuenta, que el gobierno dejó hacer, dejó pasar.
Y fue más allá: hizo notar que la realidad no se puede ocultar. Tiene razón, no se puede negar que en ciertos contextos hay violencia y más violencia, para recriminar que el presidente AMLO por razones ideológicas no aceptó el apoyo y la inversión por más de 32 millones de dólares en tareas de seguridad pública. Recalco que en áreas de seguridad pública no puede funcionar la austeridad republicana, que se tiene que invertir, que no se puede tener a los policías con bajo sueldos.
CORRUPCIÓN, IMPUNIDAD Y CONTUBERNIO
No se descubre el hilo negro cuando se hace notar que la corrupción, la impunidad y el contubernio son los tres elementos que han permeado en las condiciones actuales de la seguridad pública. Con vergüenza se recuerda cómo, un diputado federal tamaulipeco, de la frontera, un día declaro en la Cámara de Diputados que en su municipio se negoció con los narcotraficantes: que podían pasar por la orilla, sin entrar a la ciudad. Y al actual gobernador de Sinaloa se le recuerda que un día espetó que no se podía gobernar sin entrar en negociaciones con los líderes del crimen organizado.
La detención de gobernadores como Mario Villanueva, por ligas con el narcotráfico, o de Edgar Veytia, que fue fiscal en Nayarit, son una prueba de que la corrupción, la impunidad y el contubernio son parte medular en los factores que generan la violencia. La detención de Genaro García Luna y su juicio en Estados Unidos son parte del mismo esquema. De ahí que las advertencias, los reclamos de Ken Salazar, no son gratuitos y no es suficiente que la presidenta CSP prefieran fijarse en las incongruencias o desatinos del aun embajador norteamericano.
TAREAS DEL ESTADO
No es por demás recordar que el Estado tiene obligaciones constitucionales que realizar, entre ellas: garantizar nuestra seguridad, nuestra integridad física y nuestro patrimonio. Y, la verdad, gobiernos vienen, pasan, y el cumplimiento de estas tareas cada vez es más deficiente. La seguridad pública, nuestra vida y patrimonio, son esenciales para el desarrollo y bienestar de la sociedad y no valen, vaya pues, las ideologías.