Alfredo Guevara
El Revolucionario Institucional no se salió de la línea y, al más viejo estilo creado y denominado por este Partido como dedazo, eligió a su presidente y secretaria general del Comité Directivo Estatal.
BRUNO AROLDO DÍAZ LARA y JULIANA ROSARIO GARZA RINCONES, respectivamente, para ser más precisos.
De entrada, no se supo de convocatoria, a menos de que MERCEDES GUILLÉN VICENTE la haya emitido y no se enteraran otros cuadros del Partido, interesados en llegar a la presidencia del CDE.
Personajes como ARTURO NUÑEZ ni siquiera se registraron.
Tampoco otros que en su momento se mencionaron y que incluso, tampoco hicieron acto de presencia en el proceso interno protocolario que acostumbra la Codepri.
En cuestión de horas, la Comisión se instaló, recibió la documentación de la fórmula y dictaminó a favor, al haber un solo registro, suficiente para ungir a BRUNO y JULIANA.
Más allá de salirse del esquema tradicional y abrir una consulta a la base, como ha sido su costumbre, en cuestión de horas, el PRI tiene nuevos dirigentes.
¿Quién es BRUNO?, se preguntó en más de una ocasión, entre la gente que acudió a la explanada del edificio del CDE.
Y sí, poco o nada se sabe de quien ahora representará lo poco o nada que queda del Partido en Tamaulipas.
Al final de cuentas, GUILLÉN VICENTE se desligó del CDE del PRI para dedicarse de lleno a su labor como diputada. Uffff, exclamó.
¿Qué viene para BRUNO y JULIANA?, desde luego que una tarea de convencimiento entre quienes militan o simpatizan con el partido que está a punto de correr la misma suerte que el PRD.
El declive del PRI proviene desde el 2016, cuando se decidió convenir la entrega de la gubernatura y permitir la llegada de quien encabezó los frustrados “vientos del cambio”, que sólo sirvieron para dos cosas.
Durante los últimos ocho años, el PRI ha venido a menos, producto de la alianza o coalición que hizo, contra la voluntad de la gente que milita o simpatiza, con el Partido Acción Nacional. Muchos son de la idea, de que el PRI estaría mucho mejor, si nunca se hubiera aliado con su peor enemigo.
En ese tiempo se han ido cuadros valiosos que aportaron a la permanencia del Partido, que ocuparon cargos de elección popular, pero que al ver que se desviaba de sus principios, ideales y doctrina, prefirieron renunciar. Y es que, por más que se les dijo y volvió a decir, nunca cambió la forma de dirigir. En fin.