Rogelio Rodríguez Mendoza
REFORMAR LA REFORMA.-Aunque se ve complicado y difícil, todavía hay un gran sector de la sociedad que alberga la esperanza de que se imponga la sensatez y la cordura para, sino anular, al menos modificar o reformar el proyecto de reforma judicial que está en la discusión pública.
Nadie niega la necesidad de “sacudir” o depurar la estructura del Poder Judicial Federal y las judicaturas locales, porque todo en esta vida es perfectible, pero de eso a insistir con la elección popular de juezas y jueces hay un mar de distancia.
Dicho en otras palabras, la reforma judicial es necesaria, pero no en las condiciones que se está proponiendo.
Elegir en las urnas a los impartidores de justicia lo único que va a conseguir es agravar la corrupción que presuntamente se busca combatir, pero además repercutirá en la calidad de las resoluciones judiciales.
Obviamente que quienes pagarán las consecuencias serán los justiciables, o sea todos aquellos que, por las razones que sean, son parte en un juicio.
La reforma sería votada en el Congreso de la Unión en septiembre próximo, por lo que todavía hay tiempo suficiente para que los autores del proyecto reflexionen y entiendan que aprobar el voto popular para los jueces nos dañará terriblemente a todos.
Entonces, crucemos los dedos para que el sentido común termine imponiéndose.
PERDER PARA GANAR.- “Victoria está lejos de industrializarse”, declaró la semana pasada a los periodistas, la presidenta local de la Canacintra, Lizeth Flores Paredes, sin precisar las razones de ese rezago que padece la capital del estado.
Sin embargo, como ya lo hemos razonado aquí en otras ocasiones, no hay mucha ciencia para saber el motivo o motivos por los que Victoria lleva décadas centrando su economía en la burocracia de los tres órdenes de gobierno y en el comercio.
Desde mi punto de vista, el motivo del atraso en la industrialización es que los gobiernos no han delineado una verdadera estrategia que motive a las grandes empresas del país, y a las trasnacionales, a venir a la capital tamaulipeca.
¿Usted se imagina cómo sería Victoria con al menos diez nuevas maquiladoras?
Ojalá que las instancias competentes les preguntaran a entidades como San Luis Potosí y Querétaro, cómo lograron crecer al ritmo vertiginoso que lo hicieron. En pocos años, ambos estados se convirtieron en potencias económicas del país.
Hasta dónde se sabe, el primer paso de los gobiernos de esas entidades fue ofertar una serie de privilegios a los inversionistas, que fueron desde el regalo de terrenos para instalarse, hasta la condonación temporal de ciertas obligaciones tributarias.
Sencillamente lo que hicieron fue, perder un poco para ganar mucho.
INSALVABLE EL PRI.-En el PRI tamaulipeco son muchos los liderazgos que han expresado abiertamente su rechazo a las reformas estatutuarias aprobadas en días recientes, que abrieron la puerta para que se perpetúen en las dirigencias, personajes como Alejandro, “Alito”, Moreno Cárdenas.
El problema está en que son muchos los que se oponen a la reelección de las dirigencias nacional y estatales, pero, en el caso de Tamaulipas, casi nadie o nadie ha mostrado interés por presidir al tricolor.
Ese desprecio por el cargo, que no hace muchos años desataba una terrible disputa interna, se explica en la pobreza del partido. Con prerrogativas tan limitadas y sin cuotas de la militancia, no hay quien quiera entrarle al “toro”.
De hecho, la actual presidenta, Mercedes del Carmen Guillén Vicente, ha dejado entrever que aceptó asumir el cargo, como un favor a la dirigencia nacional y no como un privilegio.
En esas condiciones, se ve muy complicado que el PRI pueda salvarse de la extinción. Al tiempo, tiempo.
ASI ANDAN LAS COSAS.