Por Rogelio Rodríguez Mendoza.-
El martes de la semana pasada, a las 10:30 horas, una patrulla de Tránsito detuvo al conductor de una vieja camioneta, sobre las calles del Ocho y Nueve bulevard Praxedis Balboa, en Ciudad Victoria.
El automovilista, un hombre que rondaba los 50 años de edad, y que, por su vestimenta y apariencia, parecía un trabajador de la construcción, bajó del vehículo con la preocupación y el temor reflejados en su rostro.
La casualidad me puso en el lugar de los hechos. Estacioné mi camioneta atrás de la patrulla para presenciar la escena. Dos oficiales encararon al conductor. Uno de ellos le informó el motivo por el cual lo detuvieron y por el que le levantarían una infracción.
El hombre trató de persuadirlos para que le perdonaran la falta. No lo consiguió. Uno de los agentes llenó la boleta de infracción y se la entregó.
Por su rostro semblante me imaginé la desesperación de aquel obrero, cuyo salario diario no debe ser mayor a 300 pesos, los mismos que tendría que destinar para pagar la multa que le acababan de aplicar. Ese día trabajaría solo para eso, para entregarle su dinero a la autoridad.
Le puedo contar varias historias parecidas, pero seguramente también usted las ha presenciado.
La pregunta es: ¿por qué los agentes de Tránsito eligen siempre a los más humildes para sancionarlos? Rara vez vemos que los patrulleros detengan a un conductor de un vehículo de modelo reciente.
Esa es una práctica muy añeja por parte de la autoridad responsable del orden vial en la ciudad. Pareciera que eligen para multar solo a conductores de vehículos viejitos porque suponen que, o no tienen los alcances o conocimientos para defenderse legalmente, o porque se saben con menos riesgo de que su víctima tenga alguna relación con alguien influyente que les pueda ocasionar un problema.
Este sábado, escuché en la radio hablar del tema a un joven y abogado. Denunciaba precisamente esa censurable costumbre de los agentes de Tránsito, de ensañarse con los ciudadanos más vulnerables.
En su plática, el litigante hacía un exhorto a los ciudadanos para que pongan un ya basta a los excesos y abusos de la autoridad vial, y a la par les daba algunos consejos para frenarlos.
Me sumo a ese llamado. Es tiempo de defender nuestros derechos como sociedad. No debemos dejarnos amedrentar por ningún policía.
Si un agente de tránsito lo detiene para infraccionarlo, procure tomar nota de todo: de la patrulla, número de placa, hora y lugar de los hechos, si es posible el nombre del oficial, e incluso, si puede grabe un video.
Si usted considera que el oficial se excedió o abusó de su autoridad, o si lo maltrató, denuncie los hechos. Callarse o no hacer nada es fomentar esos atropellos de la autoridad. Alguien tiene que comenzar la rebelión.
EL RESTO
LA ARROGANCIA DE LA BORREGA.- Hacia el exterior no tenemos competencia. La oposición está huérfana, declaró la semana pasada el alcalde de Matamoros, Mario Alberto López Hernández
Con esas frases respondió al edil a la pregunta de los reporteros, en Victoria, de si habrá riesgo de que Morena pierda en Matamoros en el 2024.
Arrogante, La Borrega asegura que su partido no tendrá problemas para mantenerse como gobierno en ese municipio fronterizo.
Por supuesto que atrás de su optimismo esta la lucha que le está haciendo para ser candidato de Morena al Senado de la República, o mínimo a una diputación federal.
El problema para López, nos dicen, es que, en Morena, y en Palacio de Gobierno, no lo ven con muy buenos ojos, como sucede con otros ediles.
ASI ANDAN LAS COSAS.