abril 28, 2024
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Ingenieros Constructores de Cd. Victoria / Siglo XIX

marzo 19, 2024 | 254 vistas

Francisco Ramos Aguirre

Sobre el tema de las edificaciones pioneras en la Villa de Santa María de Aguayo, vale remontarse a la presencia del colonizador José de Escandón. En el acta fundacional señala claramente que “En este dicho paraje, el 6 de octubre de 1750, el Señor General don José de Escandón. Habiendo visto estas diligencias y en ellas el dictamen y certificación que proceden, con el que se conforman y atento a resultas de dichas diligencias y lo que en ellas se ha practicado ser un sitio que está como a un cuarto de legua fuera de la Boca de San Marcos, el más acodado de todas las faldas de aquella Sierra Gorda, para poblar; su hermoso cielo, buen temperamento, algo más frío que templado, mucha agua para la Villa, huertas y riegos, facilísima saca de agua, buenos pastos, admirables y abundantísimas tierras… mucha madera de nogal, encino y pino (…) palma, cal, madera, piedra, cuantas comodidades puedan apetecerse para una fundación.”

LA VILLA DE AGUAYO; CUNA Y DESTINO

Una vez dispuesto el primer plano urbano, la población de Aguayo inició su primera etapa de modesto crecimiento hasta convertirse en 1825, después de la Guerra de Independencia en la Capital del Estado de Las Tamaulipas. Bajo estas circunstancias de acuerdo al cuadro estadístico de 1837 levantado por el general Manuel Mier y Terán, este año existían en Ciudad Victoria 45 construcciones de piedra y 450 de guano. Por otra parte, el ciclón de 1842 destruyó 495 casas, parte de la iglesia y sembradíos de las haciendas Aranjuez, Caballeros, Pajaritos y Tamatán.

Para 1848, todo apuntaba que además de su vocación agropecuaria, en la Capital radicaban personas de oficios especializados prestadores de servicios entre ellas 18 albañiles, cinco abogados, un agrimensor, 19 arrieros, 72 agricultores, dos arquitectos, 21 aprendices de oficio, seis barreteros, tres barberos, 30 carpinteros, 109 comerciantes, 15 curtidores, 14 criadores, 12 cigarreros, cuatro coheteros, un dulcero, 77 empleados, cuatro escribanos públicos, un encuadernador, tres farmacéuticos, cuatro hojalateros, ocho herreros y dos ingenieros entre otros.

En esa época estuvo preso en Victoria el botánico Luis Berlandier, quien describe en su diario la presencia de una cantera de sillar en la Loma del Muerto. Dicho material se habría de convertir en uno de los más utilizados para la construcción de grandes residencias, al menos hasta mediados del siglo XX.

 

En Victoria se roban hasta las cámaras de seguridad

 

 

LOS PRIMEROS INGENIEROS CONSTRUCTORES

No podemos referirnos al desarrollo urbano Ciudad Victoria sin mencionar a los primeros forjadores relacionados con la construcción de casas habitación, edificios públicos, iglesias y otros bienes inmuebles. En cuanto a los niveles sociales, los menos beneficiados eran los indígenas, artesanos, sirvientes, jornaleros y familias de clase baja. La mayoría de este sector vivía en chozas o jacales construidos de mampostería, troncos de madera, lodo, palma, guano, adobe, y paja, sin los servicios elementales.

En cuanto a los edificios públicos y residencias propiedad personas notables, quienes vivían alrededor de la plaza y la Calle Real, es evidente que para su construcción contrataron albañiles, ingenieros y arquitectos con conocimientos en la construcción. En este sentido, muchos de los nombres de aquellos profesionistas son desconocidos.

Una de las primeras mansiones de aquella época era la Casa Consistorial o Casa de Gobierno en Ciudad Victoria, propiedad del párroco Rafael de la Garza establecida enfrente de la Plaza Hidalgo. Cerca de ese sitio, se encontraban las propiedades del miembro de la Junta Gubernativa y diputado federal por Tamaulipas José Lino Perea, fallecido alrededor de 1833. Dos de ellas estaban acondicionadas con armazones y mostradores propias del comercio. (Periódico El Mercurio de Matamoros, Tamaulipas, 1834/11/06)

ING. MANUEL M. CANSECO Y LA CATEDRAL

Uno de los principales artífices de la remodelación de la Catedral del Refugio -actual Basílica-, fue el ingeniero Manuel María Canseco. La primera noticia sobre el asunto aparece en junio de 1889, cuando se anunció que el referido profesionista iniciaría la obra aprobada por el controvertido obispo Eduardo Sánchez Camacho: “Los trabajos de construcción van a ponerse en práctica en el interior, hecho como está ya el proyecto del señor ingeniero…” De igual manera, se hablaba de adecuaciones a la arcada norte -calle Morelos- y nave lateral de la iglesia.

Profesionista adelantado a su época, Canseco nació en la ciudad de Oaxaca en 1840, donde Benito Juárez fue uno de sus tutores mientras cursaba estudios. Por tal motivo, en los primeros años de su presidencia lo envió a Tamaulipas a cumplir una encomienda propia de su profesión. Canseco no era ningún improvisado en el campo de la ingeniería civil ni la política. En 1867, al concluir la Guerra de Intervención Francesa, junto a Emilio Velasco Francisco L. Saldaña, Luis Quintero, Blas Benavides y otros, fue diputado al Congreso de Tamaulipas. Simpatizante del régimen político de aquella época, en 1868 pronunció un discurso en Ciudad Victoria, con motivo de la celebración de la Batalla del 5 de mayo.

Volviendo a su experiencia profesional, hacia 1871 diseñó un plano geográfico correspondiente a Linares y González, que incluía aspectos relacionados con la orografía, vías terrestres y ubicación de algunas poblaciones del noreste mexicano. Ese mismo año fue diputado federal suplente por el Distrito del Centro. Años más tarde, encabezó los Actos de la General Visita, para determinar la línea divisoria política y jurisdiccional entre Güémez y Padilla, así como la medición de los terrenos de la Hacienda de San Juan.

En 1873, durante el gobierno del general Servando Canales, se hizo cargo de la Oficialía Mayor del Gobierno del Estado. En 1876, Manuel Canseco inauguró la Oficina de Telégrafos en Ciudad Victoria que operaba el novedoso sistema de comunicación. Ese mismo año, se desempeñó de maestro del seminario que abrió el obispo Ignacio Montes de Oca. En 1882, los habitantes de la Villa de Hidalgo y otros pueblos aledaños solicitaron al gobierno construyera una carretera que traspasara la Sierra Madre por un tramo denominado Cuesta de la Ventana. Por esa época el ingeniero Canseco, realizaba estudios topográficos en ese sector: “…para formar quizá el proyecto de la vía, suponemos que se haya resuelto la construcción de ese otro camino en Tamaulipas. Si llega a realizarse esta importante mejora, el centro del Estado estará en fácil con todos los lugares del interior de la República, y sus productores agrícolas no estarán sujetos a sólo el consumo de las reducidas comarcas en que se dan…”. Este detonante económico estaría ligado a la distribución de productos en otros mercados.

En 1900, el ingeniero Canseco diseñó los planes del proyecto del Puente Guadalupe Mainero del Río Pilón sobre la antigua carretera que comunicaba Ciudad Victoria con Matamoros. La obra fue financiada por el teniente coronel Manuel González (hijo), familia con la que habría de emparentar políticamente. A finales del siglo XIX o principios del XX, realizó las mediciones topográficas los límites territoriales entre Padilla y Güémez. Lamentablemente, durante el lapso de la construcción del puente, el ingeniero Canseco falleció en septiembre de 1902 en la ciudad de Monterrey.

Manuel González dice que Canseco: “…fue el modesto precursor de muchas de las industrias agrícolas y de los más notables trabajos de ingeniería que hoy se están implantando en todas sus regiones con relativa facilidad. Era aquel un hombre de bien y siento sobremanera que en estos momentos no pueda encontrarse a nuestro lado para darle brillantez y perfume a esta inauguración con el resplandor de su modestia y el encanto de sus virtudes.”

Respecto a los edificios establecidos alrededor de la Plaza Hidalgo, en su folleto Trabajo Histórico y Literario don José del Carmen Tirado cita en la parte oriente la catedral con una torre prismática rectangular, campanario, dos naves bajas estilo arabesco, una nave gótica y coro. En 1878 tenía cinco casas de dos pisos, propiedad de Jacobo Martínez cerca de la Plaza de Los Arrieros, Pablo Lavín actualmente Hotel Sierra Gorda, Vital Fernández, Los Monteros, Antonio Adame -lado poniente- y Francisco Cortina.

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