julio 27, 2024
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Maestros rurales, donde hay verdadera vocación y servicio

mayo 15, 2024 | 216 vistas

Patricia Azuara

Cd. Victoria, Tam.-
Sus compañeros de trabajo la describen como una maestra con un corazón dispuesto a servir y enseñar con amor, dentro y fuera de las aulas. Tiene apenas diez años de servicio, y ya es inspiración de las nuevas generaciones.

Imelda Díaz Palomo es maestra rural y además sus tiempos libres los ocupa para continuar sus enseñanzas, pero desde el lado eclesiástico en la formación de monaguillos. Es docente 24/7.

Desde sus inicios, la asignaron a escuelas rurales, esos centros educativos donde las carencias económicas son la constante, y el rezago de las tecnologías, impiden, en algunas ocasiones, el avance de la enseñanza de los niños. Ahí se ha formado Ime.

Pero pese a las adversidades, dijo, no busca ser reubicada a una escuela urbana, porque desde el día uno supo que su lugar era entre esos pequeños, que requieren una atención mayor, dados los entornos de pobreza.

Ime sabía que quería ser maestra, desde que observaba a sus tíos entre los libros de texto y calificando exámenes. Así es que una vez concluidos sus estudios del bachillerato, ingresó a la Benemérita Escuela Normal Federalizada de Ciudad Victoria.

“En casa mis tíos son docentes, entonces por esa parte nació un poco o se dio la vocación de ser maestra, de estudiar en la Benemérita. Igual también la inquietud de mi parte el poder estudiar en la normal, era algo que me agradaba, porque decía, voy a estudiar en el Tec una ingeniería, pero ¿qué cosa?, no me llamaba la atención más que la docencia”.

 

SU VOCACIÓN

Originaria de Ciudad Victoria, hace siete años, la asignaron a la Escuela Primaria “Lázaro P. de la Garza”, ubicada en el ejido Mariposas y Magüiras asentado en el kilómetro 12 de la Interejidal, en la Capital de Tamaulipas.

Es una escuela tridocente, que quiere decir que son tres maestros los que están a cargo de la escuela, por lo que actualmente imparte clases en tercero y cuarto grado.

“El contexto de la comunidad te abriga, te recibe muy bien, los compañeros también son parte fundamental por la que he decidido seguir trabajando, el hacer un buen equipo de trabajo, los padres y madres de familia que te apoyan mucho”.

Reveló que la mayoría de los padres de familia se dedican al campo y las madres al hogar, pocas viajan a la ciudad a realizar trabajo en la limpieza de casas, por lo que los esfuerzos para darles estudios a sus hijos se triplican.

“En cuestión de la educación de los niños, se trabaja bien, pero no como en la ciudad, a lo mejor en ocasiones el material didáctico para los niños, su trabajo diario, es complicado que ellos lo tengan al 100, como uno quisiera”.

“Pero los padres hacen la mayoría del esfuerzo para cumplir para que tengan todo, al igual que a diferencia de la ciudad, que echamos mano de las tecnologías, internet y computadora, en la comunidad rural es más complicado que los niños tengan acceso a una”.

“O que uno como docente queramos encargar quizá una investigación, se apoyarían en lo que pueden con el celular a diferencia de la ciudad que con la tablet y la computadora pueden hacerlo, por ahí más o menos va encaminado la diferencia y el porque me ha gustado este por allá”.

 

LOS PROBLEMAS DE LAS COMUNIDADES RURALES

Aseguró que en las escuelas rurales la mayoría de los problemas son económicos, porque los entornos emocionales de los niños son estables, viven bien en su ambiente familiar, detalló.

“Es motivador que los niños lleguen con esa alegría todos los días y es enriquecedor, el buen ánimo que los niños traen por las mañanas, eso anima a seguir y trabajar y dar lo mejor para que ellos tengan una buena educación, eso que uno poco o mucho les enseña sea de ayuda para un futuro”.

Ime tiene la firme convicción de que el futuro México está en manos de las nuevas generaciones, por lo que desde su trinchera como docente hace lo propio no solo en el tema educativo, sino en la formación de valores.

Además, también siempre da “un extra” a su labor, desde el lado altruista, poniendo dinero de su bolsa, para apoyar a los niños con útiles escolares, regalos en fechas espaciales y hasta pasteles para el cumpleañero del mes.

“A pesar de que en lo económico es difícil para ellos, pero son niños felices, contentos, a lo mejor para ellos no hay celulares lujosos, pero cualquier cosa a ellos les entretiene, les anima, les alegra, el salir a jugar en la plaza”.

“En ocasiones uno ve la realidad de las cosas, en este caso, al inicio del ciclo les compran los materiales a los niños, pero va pasando el tiempo y se van acabado y en la posibilidad de uno, compramos, y ahí lo tengo para el salón, también en diciembre de nuestra bolsa les damos algún detallito”.

“En mi caso si es posible, en mi caso a los cumpleañeros del salón al mes les festejamos, de mi parte sale, compartir un pastelito, eso también les llena de alegría y de gusto que se canten Las Mañanitas y se comparta un pedacito de pastel”.

 

FELIZ CON SU TRABAJO

Al momento, Ime está muy contenta de trabajar en un centro rural, y pese a tener la oportunidad de reubicarse en una escuela de la zona urbana cerca de su casa, la tranquilidad de la comunidad y el amor hacia los alumnos no los cambia por nada.

“El cariño de los niños, el apoyo de los padres de familia me ha hecho que hasta ahorita, esté contenta, esté a gusto, a lo mejor más adelante lo podría considerar, pero por lo pronto estoy muy a gusto en la comunidad”.

Por las tardes la docente es maestra de apoyo en una escuela de monaguillos, donde imparte clases de formación litúrgica para los niños que ayudan en el servicio al altar al padre, tanto en la parroquia como actividades diocesanas.

“Creo que si soy una maestra 24/7, creo que eso no se le quita a uno cuando trae el deseo de enseñar y en la iglesia apoyo de eso porque me gusta el conocer y sobre todo el compartir y formar, dentro de ese ámbito”.

A pesar de los pocos años de servicio, Ime ya es inspiración de sus alumnos, recientemente una de sus primeras alumnas la contactó para decirle que siguió sus pasos y ahora estudia en la normal y pronto se convertirá en una maestra.

“Me dijo que se había marcado mucho con mi forma de enseñar, de cómo me dirigía a ellos y que ella fui su ejemplo y me sorprendió mucho, escuchar eso, me llegó, me dio orgullo que haya logrado destacar y estudiar, porque en ocasiones los niños de las escuelas rurales no aspiran a más, que el nivel básico”.

El ser maestra es sinónimo de esmero, concluyó al recordar que un docente siempre debe dar lo mejor de sí y tener esa vocación y deseo de servir.

El Diario les desea a todos los docentes un feliz día.

 

 

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