Claudia Vázquez Andrade
Sin lugar a dudas, la política es un arte, sin embargo; algo sucedió que desafortunadamente las últimas generaciones de políticos abusaron de ella, a tal grado que hoy, todo lo que implique a la política, se contamina y termina por afectar cuando desvirtúan el proyecto o la acción de que se trate.
Ejemplos, cientos, ahí hemos visto como movimientos sociales que fueron “tocados” por la política, terminaron descalificados por la misma sociedad, aunque en el fondo se reconozca que tenían razón en su formación y demanda, pero ese afán de los políticos por “llevar agua a su molino” lo echan o lo echaron a perder.
Y esto viene a tema por la famosa reforma judicial, en donde jueces y magistrados, aunque no estaban ajenos a la política se mantenían, ya fuera en la forma o alejados, pero hoy; que la misma ley obliga a los aspirantes a buscar el voto popular, pues recurren a las viejas estrategias conocidas para estos fines, claro, las que son permitidas por el mismo ordenamiento,
Y es aquí, en donde se ve el uso de las viejas formas para lograr el apoyo del ciudadano común, claro, los que están en edad de votar, y desafortunadamente vemos que los procedimientos son los mismos de la política tradicional, o sea, la descalificación de sus oponentes, el uso de páginas y redes sociales exhibiendo las “colas largas” de quienes han hecho mal uso del poder que tuvieron a la mano en su momento.
Incluso, acusaciones de actos corruptos de quienes participan y ya formaron parte del poder judicial, por la presunta liberación de sujetos acusados de violentar la ley, y que en su momento fueron ventilados a la luz pública dada la afectación social y otros presuntamente con demandas por abuso en su oficio.
En pocas palabras, los nuevos integrantes del poder judicial ya están dentro de la política y por ende se tendrían que reconocer como políticos, cosa que la verdad sea dicha no es sana porque no los dignifica, sin embargo, ahí están los casos ventilados en esta modernidad llamada internet…y con ello sumándose a la guerra sucia.
En su momento, hubo quien se preguntó; ¿De qué se podrían acusar los abogados? bueno, pues con estos casos queda claro que de cualquier cosa, sobre todo aquellos que ya tuvieron o tienen la oportunidad de formar parte del sistema.
Y pensar que la intención de llevarlos a ser electos a través del voto era precisamente para dignificarlos y evitar cualquier duda que empañara su origen u honor, y resultó que son “tan, o más honorables,” por lo menos los acusados hasta ahora, que los políticos que ya conocemos.
Ahora sí que como diría el dicho popular; resultó ser la misma gata, nada más que revolcada.