febrero 23, 2025
Publicidad
María José Zorrilla

Amor a fuerzas

enero 19, 2025 | 117 vistas

María José Zorrilla

 

En los últimos años el problema de la indigencia empieza a cambiar la fisonomía de muchas ciudades y como uno de los más tristes ejemplos de este fenómeno es San Francisco, una ciudad que durante mucho tiempo fue considerada de las más bellas de Estados Unidos. Hoy día ni su arquitectura victoriana ni su hermosa topografía de más de 40 colinas son suficientes para atraer turismo que poco a poco se ha ido alejando. A pesar de las grandes masas que aún la visitan, el descenso desde la pandemia ha llegado a ocupar un 41 por ciento menos que antes del 2020. La visión de gente tirada en las calles y el temor por la inseguridad ha generado una percepción negativa que tiene preocupada a las autoridades. En el 2023 lanzaron una campaña de más de seis millones de dólares en la campaña Always San Francisco para generar un impacto económico positivo que no les ha dado los resultados esperados. En los estudios y encuestas realizadas en el condado de Sonoma durante el 2024 se confirmó que la mala reputación de San Francisco está perjudicando la llegada de turistas. Enormes son los desafíos que desde hace tiempo ha estado enfrentando la ciudad por el aumento de la delincuencia y el cierre de tiendas icónicas. Esta preocupación ha llevado a considerar tomar medidas extremas con la propuesta de “Tough Love” para forzar a los drogadictos que pululan por la ciudad a ingresar a clínicas de rehabilitación mediante una especie de arrestos masivos. Matt Dorsey miembro del Consejo de supervisores de San Francisco le pidió a la policía de la ciudad y a las agencias de salud pública formular un plan que involucre al menos cien arrestos diarios y obligar a esas personas a desintoxicarse para combatir la falta de ley sobre el consumo de fentanilo en este distrito. Dorsey dijo que el objetivo es restaurar el orden y preservar la visión demócrata de administrar las ciudades americanas.

Habría que preguntarse si esta medida es la más adecuada, si pudiera ser un plan piloto para exportar a otros lugares y si podría realmente abatir este problema que esta siendo de orden universal ante el incremento geométrico del consumo de drogas duras muy particularmente sustancias tan nocivas como el fentanilo. En Puerto Vallarta donde el turismo ha tenido una cierta constante de fidelidad a pesar de un verano flojo pero un repunte significativo en esta temporada invernal, también empieza a reflejarse el problema de la indigencia por alcoholismo y drogadicción. Las nuevas autoridades seguramente estarán formulando algunos planes para combatir este problema que tiene múltiples aristas para su tratamiento, combate y eliminación, pero que de no atacarse adecuadamente puede convertirse en un factor negativo como el caso de San Francisco. Mi última visita a esa ciudad californiana fue hace muchísimos años antes del fentanilo y ya la indigencia y drogadicción habían tomado como su área de acción el centro de la ciudad y muchos otros lugares de interés. La imagen era bastante aterradora al grado que decidí jamás volver a la considerada una de las joyas de Norteamérica. Es bastante entendible porque muchos residentes y negocios han estado abandonando la ciudad y entre múltiples razones figura de manera preponderante la delincuencia. No queremos que nos pase eso y desgraciadamente muchos lugares como Sinaloa ya están bajo las llamas de la delincuencia. A México se nos acusa de vender la droga, pero como le contestó Diaz Ordaz a Nixon ante la pregunta de cuándo dejaría México de ser el trampolín de la droga para Estados Unidos, “cuando ustedes eliminen su fosa olímpica”. Lo más dramático es que ya no sólo somos trampolín sino también fosa olímpica de consumo y para añadirle más ingredientes al problema relacionado con drogas, está el impacto por la venta y control de plazas por un lado y por otro la delincuencia y la adicción. Tal vez la incursión a políticas rudas o amor a la fuerza para rehabilitar al menos a los adictos no sea tan mala idea. Se han criticado mucho a los anexos o granjas donde resguardan a quienes sufren de estos vicios, pero su presencia si parece marcar la diferencia. Lo malo es que no parecen ser suficientes y ya urge tomar medidas.

 

Comentarios

MÁs Columnas

Más del Autor