En un país como el nuestro, presumimos democracia, los ciudadanos tenemos que votar para elegir a nuestros gobernantes. Y el próximo dos de junio lo haremos por muchos: por el presidente de la República, que ahora la probabilidad mayor es que sea una mujer; también elegiremos al Congreso de la Unión, a diputados federales y a senadores; y en el ámbito local a presidentes municipales y a diputados locales. Casi nada, solo a quienes tendrán en sus manos las políticas publicas de nuestro desarrollo o estancamiento.
La cuestión es que ¿Cómo votamos? Sí, como lo hace cada uno de nosotros, al momento de tachar la boleta: ¿Qué razones o motivaciones nos mueven para darle el voto a un candidato? Hay muchas motivaciones: los beneficios que, se asume, nos puede proporcionar un candidato; pero también, cuentan otros, se castiga a unos en beneficio de otros. De siempre, en el contexto de un partido dominante, esta el voto duro. Así, se asume que MORENA tiene como voto duro buena parte de quienes aprueban su gobierno o que son beneficiarios de sus programas sociales.
EL CARISMA
De siempre se ha dicho que un candidato tiene que tener carisma. Hace tiempo, un empresario que dedica tiempo e invierte en la política, me confesó: un amigo que dijo: “a qué le tiras. Estás bien feo y no sabes hablar”. Por ejemplo, recordemos cómo fue la campaña de Enrique Peña Nieto o cómo fue la de Cuauhtémoc Cárdenas: el primero, con una sonrisa y unos saludos, en tanto que el segundo siempre fue parco, con un rictus nada agradable. La diferencia es notable, claro, si lo que buscas es ganar votos por carisma.
Si observamos a los candidatos actuales, tanto para senadores, diputados o presidentes municipales, difícilmente encontramos a un candidato carismático. El que más se aproxima a este perfil, sin la menor duda, lo es Eugenio Hernández Flores; que tiene su ventaja de que ya fue gobernador. No se puede negar, digamos, que la gente lo conoce y buena parte lo recuerda como un buen gobernante. Su compañera de fórmula, Maki Ortiz, no es carismática. En el caso de los candidatos de MORENA Olga Sosa sí tiene algún carisma, pero no su compañero José Ramón Gómez Leal.
IDEOLÓGICO O DE PROYECTO
México, quiérase o no, está dividido: y en eso, buena culpa la tiene AMLO, puesto que desde que inició su gobierno ha sido reiterativo: o estás conmigo o eres mi enemigo. Y él mismo ha marcado la línea de uno y otro lado: sus enemigos son los conservadores, la clase media aspiracionista. Visto así, por eso Claudia Sheinbaum representa a la continuidad con cambio generación y de género; en tanto que Xóchitl Gálvez, a la oposición, que pretende evitar la construcción de una dictadura, de un partido político predominante.
Visto así el contexto, por MORENA van a votar los que están de acuerdo con la forma de gobernar de AMLO; con buenos aciertos, pero también con errores y evidentemente con una actitud de soberbia, de autoritarismo, que busca construir la permanencia de su partido en el poder, destruyendo los elementos democráticos y de contrapeso aun establecidos por la Constitución. Por Xóchitl van a votar, obvio, los que no están de acuerdo con AMLO; y que, si atendemos a la marcha por la democracia del domingo, no son pocos… de ahí, quizá, los llamados de Claudia y el plan C de AMLO: la necesidad de ganar con una votación abultada y la mayoría legislativa.
El VOTO ÚTIL
Los candidatos de MC llaman a votar a favor de una nueva política y afirman que el voto útil no es bueno. Yo creo que, la cuestión es: ¿útil para qué? Por ejemplo, MC busca votos por dos razones: no van a ganar candidaturas de mayoría, y si lo hacen, serán pocas; pero más votos les son útiles para tener más posiciones plurinominales y, obvio, cumplir la tarea de restarle votos a la oposición. El voto es útil en función para que lo quieras.
El voto útil no es voto ideológico, es un voto programático: favorecer a los contrarios de quienes no deseas que ganen. Y en este caso, los que no son de MORENA, y que no quieren a MORENA, si quieren que su voto sea útil, tendrán que votar por la oposición (PAN, PRI Y PRD), para que estos se constituyan en los contrapesos del poder constituido. Para que sean un muro ante las ambiciones de construir un sistema político con un solo partido político, predominante. La desventaja de la oposición es que los aciertos de AMLO son mayores a la corrupción, a la opacidad y al autoritarismo de muchas de sus decisiones.