mayo 19, 2024
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María José Zorrilla

Decisiones salomónicas

marzo 3, 2024 | 161 vistas

María José Zorrilla

 

Siempre resulta interesante conocer cómo se resuelven problemas en otras partes del mundo, aunque a muchos parezca odioso hacer comparaciones con otros países.  A pesar de las diferencias culturales que pudieran existir entre uno y otro contexto, hay soluciones que marcan caminos que se pueden seguir en nuestro propio entorno, respetando nuestra idiosincrasia y nuestra forma de ser, sentir y vivir.

Hace algunos días surgió en Puerto Vallarta la polémica ante el rumor de una construcción de varios pisos detrás de la iglesia de Guadalupe, símbolo de la ciudad con carácter de imagen icónica y de lo más vendido y publicitado como destino turístico. Más allá del simbolismo cristiano de contar como gran parte de los pueblos de México con una plaza, una iglesia y el palacio de gobierno en un mismo cuadrante, el elemento de pertenencia a una comunidad también está determinada por las características misma de la ciudad que la hacen atractiva para quienes radican en ella. La polémica sobre si tal construcción se llevaría a cabo parecía estar fincada en un rumor entre los vecinos de la colonia colindante a la mencionada iglesia al ver que dos predios circundantes a la iglesia habían sido demolidos sin ninguna consideración y con la potencial probabilidad de que allí se elevara una masa de cemento y acero como ha ocurrido en otras áreas de la ciudad. También debe decirse que permea un cierto oscurantismo por parte de la autoridad sobre el otorgamiento de permisos para la construcción y basados en antecedentes sobre una cantidad de permisos que se han otorgado sin ton ni son para edificar construcciones que atentan contra varios reglamentos y visuales de la ciudad, este posible atropello levantó las antenas entre muchos ciudadanos preocupados por preservar la imagen del centro histórico de Vallarta que poco a poco ha ido perdiendo su otrora identidad. Platicando con el Lic. Félix Fernando Baños un erudito en literatura clásica y filosofía con una vasta cultura general, me comentaba que en Suiza había surgido hace algunos años una polémica con una petición muy particular. Se habían otorgado permisos de residencia y asilo a miles de musulmanes quienes una vez arraigados y constituidos como comunidad fueron a solicitar permiso para edificar mezquitas para tener sus propios lugares de oración. El gobierno suizo debatió la situación. No se puede negar la práctica de ninguna religión mientras no atente contra la seguridad del país ni de los individuos, pero el problema eran los minaretes clásicos – esas torres elevadas que parecen desafiar las alturas y desde donde se convoca a la oración- que acompañan a toda mezquita y entre mayor su importancia mayor el número de minaretes. Después de largos debates se llegó a una solución salomónica para ambas partes. Se podrían construir mezquitas siempre y cuando no contaran con minaretes. La explicación de la negativa era por una sola y poderosa razón.  Sobresaldrían sobre el paisaje clásico de la suiza tradicional, sobre la imagen turística del país, sobre el orgullo y la identidad de tener un país con uno de los paisajes más bellos del mundo y destruiría el sentido de pertenencia de los suizos a una imagen y una visual determinada. Vaya ejemplo de como dar una solución salomónica ante una problemática que más allá de los valores religiosos había un serio conflicto con la imagen del país entero. Una solución que dejó satisfechos a los miles de musulmanes que se avecindaron en el país helvético. No atentó contra su libertad de ejercer y profesar sus creencias religiosas, pero no se permitió obstaculizar la visual del típico paisaje suizo. Ojalá en Puerto Vallarta como en muchos otros lugares del país que les urge atención ante la masificación del cemento, la varilla y el vidrio, tuviéramos una mayor conciencia del valor intrínseco de la imagen y la identidad de una ciudad. Nadie está negado al progreso, definitivamente construir es el tema de hoy para resolver muchas necesidades de vivienda desarrollo turístico, económico o cultural, pero no hay porque atentar contra los principios básicos de ética urbana y profesional, ni de obstaculizar una visual que es parte de la imagen de la ciudad.

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