María José Zorrilla
Hasta dónde debería haber un equilibrio entre lo que se invierte para prevenir el calentamiento global y preservar el medio ambiente versus la búsqueda de opciones de vida en otros planetas como Marte. Desde hace algunos años la NASA ha estado llevando a cabo investigaciones en el planeta rojo donde han descubierto rocas con características únicas como las rocas con “manchas leopardo” y otras esferas que podrían revelar datos importantes sobre la historia geológica del planeta. Los hallazgos han sido variados como las esferas grises en la Bahía de San, otras que también “Curiosity” ha encontrado son unas rocas hechas de azufre puro y por accidente fracturó otra roca donde se encontró evidencia de ópalo una piedra que tenemos en la tierra y es formada por la alteración de sílice por agua. Esas formaciones me llevaron a pensar en los estromatolitos sobre los que recientemente me enteré de su existencia en Atacama Chile y se encuentran en raros lugares preservados del planeta como en Groenlandia, en una cueva de Cantabria en España, en Bacalar en México que tiene a los de mayor tamaño y los de Bahía Shark en Australia donde se encuentra la mayor acumulación de estas piedras vivas que se considera el organismo existente más antiguo del planeta con más de tres mil quinientos millones de años y que fue el responsable de modificar el dióxido en oxígeno para luego generar vida. Desgraciadamente no se ha escuchado ningún tipo de estudio que ayudara a identificar más de estos organismos terrestres donde quizás podría encontrarse algún tipo de solución para la medicina o la vida misma como la rapimicina encontrada en un volcán Rapa Nui en la Isla de Pascua que ayuda a evitar rechazo en el trasplante de órganos. Por ahora la comunidad científica interesada en el espacio se ha sorprendido por otro hallazgo en Marte. Se trata de una formación rocosa inusual sobre unas esferas milimétricas que parecen “huevos de araña” y podrían revolucionar nuestra comprensión sobre Marte. Los pequeños agujeros sugieren que pudieron haber sido transportadas y que las diminutas rocas no se formaron en el lugar donde fueron encontradas. Hay varias hipótesis entre las que figura la posibilidad que se hayan formado tras el impacto de un meteorito como lo indica la NASA en El periódico nacional. No ha sido una hazaña fácil llegar hasta allá. Habrá que imaginar que se trata de una distancia media de 225 millones de kilómetros más o menos 140 veces la distancia de la tierra a la luna; y mientras allá descubren esas enigmáticas piedras, acá nos encontramos con hallazgos de otro tipo menos halagüeños como los efectos de la contaminación por sustancias tóxicas en lugares remotos donde aparentemente no debiera haber este tipo de afecciones como en Sri Lanka o en el mismísimo Tíbet. Evidentemente no se puede dedicar todo el presupuesto del mundo a resolver un solo problema, no habría avances ni científicos ni tecnológicos sin el afán de los investigadores que se adentran a descifrar los distintos misterios de la vida en el planeta como fuera de él. No obstante, faltaría una mayor dedicación para resolver problemas actuales de parte de los gigantes tecnológicos cuyo capital podría hacer palidecer la economía de muchos países en resolver problemas prioritarios. Esos que son capaces de crear asombrosos sistemas y plataformas de inteligencia artificial debieran no olvidar poner los pies en la tierra para identificar y resolver los inminentes problemas que enfrentamos ante calentamiento global, escasez de agua, hambruna, emanación de gases contaminantes, epidemias y virus mortales, pobreza extrema, con la misma pasión que se han doblado ante el “nuevo gigante de la política”. El mismo que tiene al mundo elaborando planes de último momento para poder enfrentar la crisis política, humana y económica que ya es una amenaza para el orden mundial y para el sano equilibrio entre las potencias y los países menos desarrollados. Hasta dónde debe invertirse en uno u otro proyecto, hasta dónde llegar a la paz mediante la guerra, al poder con la mentira, a la riqueza con la pobreza, al espacio para entender la tierra y al límite de las cosas para conocer que es mejor el centro.