noviembre 23, 2024
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Melitón Guevara Castillo

Dulces momentos

julio 12, 2024 | 133 vistas

Hace varias semanas, en un evento del Concurso del Sentimiento Juarista (de oratoria), Epigmenio Villarreal, como líder de los liberales tamaulipecos, sentenció que la vida tiene momentos amargos y momentos dulces. Y éste –afirmó- es un momento dulce al ser testigos de cómo niños y adolescentes hacen uso de la voz, de la retórica, para mostrar sus cualidades, que dan cuenta de la preparación, del entrenamiento, pero sobre todo del ánimo y del espíritu de superación. Coincido plenamente con él.

Creo que eso de momentos amargos o dulces es como el general de la Revolución Mexicana. Al ser entrevistado por un reportero, hizo un recuento de las batallas en las que, valientemente, sus tropas se habían alzado con la victoria. Su asistente, testigo de la entrevista, de pronto le hizo una observación: mi General, creo que se olvidó mencionar varias batallas. La respuesta fue contundente: las derrotas que nos infringieron, mi estimado, que las cuenten los que nos ganaron… así, en este contexto, hay que contar los momentos dulces.

 

LAS GRADUACIONES

En las últimas semanas he sido testigo de varias graduaciones a nivel primaria y secundaria. Y es enorme, gigantesco, ver la felicidad reflejada en los rostros de niños y adultos. Es un momento que, como bien se dice, no cambiaría por nada del mundo. Sin embargo, también en estos días, en las redes sociales se ha difundido un post que busca romper ese encanto, quitarle lo dulce al momento: advierten que los niños del kínder, la primaria o la secundaria no se pueden graduar, porque no obtienen un grado.

En términos de formalismo académico así puede ser. En lo personal, me emocionan estos momentos; quizá porque recuerdo cómo, cuando terminé la primaria y la secundaria, fui solo. Nadie de mi familia para felicitarme y yo veía, era testigo, de cómo unos compañeros eran abrazados por sus padres, por sus hermanitos y otros familiares, de cómo les dan un obsequio. En la preparatoria, como en la universidad, asistió mi mama y uno que otro hermano. En fin, estoy convencido, es un festejo inolvidable porque se cubre un tramo en la formación educativa y profesional.

 

PADRES E HIJOS

La regla para que funcionen en forma correcta los estudios de los niños es una conjunción de voluntades y deseos: los padres, que son la guía de los hijos; los profesores, que con vocación y servicio realizan una labor callada, y el de los hijos. Los padres pueden ser ricos o pobres, pero de ellos depende en principio la naturaleza de la personalidad y actitud de los niños, si los atienden y apoyan; en el caso de los profesores van desde el director, que marca un rumbo y establece un liderazgo, que el resto de los docentes y personal administrativo entienden y fortalecen con su trabajo.

Una de las cosas que estorban, estoy convencido, son los prejuicios. En una graduación me tocó entregar una medalla al mérito académico otorgada por la Gran Logia de Tamaulipas. El protocolo incluye que el estudiante sea acompañado de sus padres. El niño solo fue acompañado por su mamá, joven y, lo que me sorprendió, fue que sus brazos, ambos, estaban completamente tatuados. De inmediato pensé en el futbol: puesto que hombres y mujeres futbolistas no compiten por jugar mejor, pero sí por tener el mejor tatuaje.

 

PREMIOS Y LUGARES

He sido testigo, a lo largo de mi vida, de cómo hay padres de familia que presumen las calificaciones de sus hijos; los diplomas y reconocimientos que reciben en la primaria y en la secundaria, pero luego resulta que no logran concluir una carrera universitaria. ¿Qué es lo que sucede? Conozco a más de uno, o una, que fue excelente estudiante, pero luego en la universidad algo cambió. ¿Qué sucede? ¿Por qué, de pronto, no los anima el estudio? Por eso, a veces uno se sorprende, cuando encuentra a exalumnos, egresados titulados, haciendo labores que no van con su formación profesional.

Ayer fui testigo de una graduación de primaria, en el ámbito rural: todos felices y contentos, el padrino fue el presidente municipal Lorenzo Morales. Les deseó que puedan continuar con sus estudios y que, un día, sean profesionistas. Así lo espero yo también… y es que en esos lugares muchos niños y jóvenes no piensan en forjarse una profesión: piensan en tener edad e irse a trabajar a los Estados Unidos: de la zona naranjera, en la zona de Santa Engracia, es una rutina de jóvenes y otros no tan jóvenes: irse cada año una temporada a los Estados Unidos con visa de trabajo temporal… es su ilusión, su sueño.

 

GANAS Y OPORTUNIDADES

En mi caso, todos mis estudios los hice becado, hasta el doctorado. Otros, pienso, no tienen la suerte de encontrar oportunidades. Hace tiempo, en la Preparatoria Jaime Torres Bodet, al término de la graduación, le pregunté al joven que obtuvo el primer lugar: ¿A qué facultad vas a entrar? ¿Qué vas a estudiar? Su respuesta me congeló: me voy a poner a trabajar, no puedo continuar, mis papás no pueden sostener mis estudios.

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