Dhena Mansur Sánchez.-
En el lenguaje cotidiano el concepto se suele utilizar como análogo de profesor o maestro, aunque no significan lo mismo. Un profesor es quien enseña un conjunto de saberes y un maestro es aquel al que se le reconoce una habilidad extraordinaria en la materia que tiene que instruir.
Si no fuera por esas palabras que un maestro dirige a un estudiante no pudiera verse fortalecido su aprendizaje, si no fuera por su mirada enternecedora un estudiante no podría verse inspirado y motivado a seguir y seguir aprendiendo, si no fuera por esa firmeza empleada al momento de enseñar, todos y cada uno de esos estudiantes no podrían ser guiados en el amplio camino de la adquisición de conocimiento.
La docencia implica estar siempre abiertos a la aventura de lo desconocido, a la exploración de nuevos horizontes sin dejar a un lado la construcción de un mundo más humano, mundo al que van las generaciones a las que están guiando omitiendo la bandera de la impaciencia o la de los gritos.
Ya lo decía Pitágoras, “Educar no es dar una carrera para vivir, educar es templar el alma para las dificultades de la vida y ya que lo estamos citando, citemos también a Vanceli, quien decía que “No es mejor educador el que sabe más, sino ese que mejor enseña”.
Todo está siempre en la manera, podrá haber un docente que sepa muchísimo, pero que enseñe muy pero muy mal, con conductas antipedagógicas y habrá otro que simplemente sepa lo que tenga que saber y lo enseñe de una muy buena manera, tanto paciente como inspiradora.
Todos esos profesionistas que hoy en día la sociedad tiene, fueron guiados por esos maestros que desde el inicio de su vida los inspiraron y motivaron a ser personas de bien, es por eso que se debe valorar y premiar la labor de tantos y tantos docentes que lo único que se proponen es que su labor genere estudiantes motivados a contribuir con nuestra sociedad desempeñando su profesión y, a la larga, su pasión y oficio.
No cualquiera logra despertar desde el salón de clases la curiosidad por el conocimiento, he ahí la importancia de saber llevar acabo la docencia, si nos ponemos a reflexionar, la enseñanza puede ser el más grande de los artes, teniendo consigo una tarea desafiante, ya que por el simple hecho de enseñar está obligado a nunca dejar de aprender.
Y ya para concluir la educación es la semilla que si bien se siembra cosechara siempre un rotundo éxito, por ende los maestros han tenido, tienen y tendrán por siempre un impacto eterno en la vida de sus estudiantes gracias a la huella que dejaran en ellos.
Los maestros que aman su profesión no enseñan con el fin de que acumules conocimientos, sino para emplear todo lo aprendido al servicio del mundo. Para todos esos maestros les deseo que sigan con esa chispa, ganas y don de enseñar para continuar creando seres que sean humanos en un mundo en donde se carece ya de humanidad.
Nunca olvidemos que ya no es importante lo que se sabe, lo que realmente importa es lo que sabes hacer con lo que sabes.
Gracias maestras y maestros por inspirarme, esto va para ustedes y nunca dejará de sorprenderme cómo con el correr de los años, y vaya que son muchos, y siguen reconociéndonos a nosotros sus alumnos al momento de encontrarnos en este camino llamado vida.
¡Felicidades!
Twitter: @DhenaMansur