mayo 8, 2024
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Enrique Diez Piñeyro Vargas

El dilema de Marcelo

septiembre 15, 2023 | 296 vistas

Concluidos los procesos de selección de quienes competirán por la Presidencia de la República el próximo año 2024, todo empieza a acomodarse hacia el interior tanto del Frente Amplio por México con la designación de Xóchitl Gálvez Ruiz, así como de Claudia Sheinbaum Pardo por parte del partido Morena y sus aliados. Sobre el caso en particular de Morena, fueron muy notorias las inconformidades expresadas por el ex canciller Marcelo Ebrard, así como la postura fijada al no haber salido triunfador de este proceso interno.

Marcelo Luis Ebrard Casaubón es un político con una extraordinaria trayectoria en el ámbito nacional. Sus orígenes se remontan a los tiempos del salinismo, siempre fiel a Manuel Camacho Solís, su jefe y gran amigo. Desde muy joven desempeñó responsabilidades de gran trascendencia como Secretario General del entonces Departamento del Distrito Federal, diputado federal, Secretario de Seguridad Pública y Desarrollo Social con Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México, Jefe de Gobierno capitalino y recientemente Secretario de Relaciones Exteriores en el Gobierno federal.

Marcelo conoce perfectamente el juego político. Vivió en carne propia lo acontecido hace exactamente 30 años con Manuel Camacho Solís, cuando este no fe el elegido por Carlos Salinas de Gortari a sucederlo en la silla presidencial, originando esto una rabieta, misma que al final tuvo que superar y disciplinarse al aceptar por un periodo muy corto la cancillería, ya que posteriormente Salinas de Gortari lo nombra Comisionado para la Paz ante el conflicto armado en el estado de Chiapas. Camacho Solís tuvo que desaparecer del escenario político muchos años, hasta que junto con sus incondicionales formó un partido político de tristes resultados, y después de eso, aceptó la invitación de Andrés Manuel López Obrador para integrarse a las filas de PRD y desempeñarse como senador de la República hasta su muerte.

El capital político de Marcelo está en riesgo. Tiene que ser muy cuidadoso, debe saber tomar la mejor decisión ante los escenarios que hoy se le presentan. El primer escenario es asimilar no haber sido el elegido por López Obrador y continuar aportando su experiencia junto a Claudia Sheinbaum rumbo a la Presidencia de la República. De darse así, tendrá la oportunidad de ostentar una senaduría, negociar posiciones en el Gobierno federal y acomodar a su equipo de trabajo, consolidar un bloque de contrapeso hacia el interior del movimiento de la 4T y continuar capitalizándose políticamente.

El segundo escenario es aceptar la candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano, competir y acaparar un decoroso ocho o diez por ciento de la votación, mismo que representaría restarle muchos adeptos a Xóchitl Gálvez en los segmentos donde tiene una marcada preferencia, lo cual conviene al proyecto sucesorio de López Obrador. En este escenario, Marcelo podría convertirse en el nuevo dueño de la franquicia, ya que los días de Dante Delgado Rannauro en la política están contados. El tercer escenario es aceptar la invitación a unirse al Frente Amplio por México en calidad de nada, lo que representaría sepultar su carrera política y cerrarse todas las puertas si el proyecto de la Cuarta Transformación alarga su estadía en Palacio Nacional los próximos seis años.

Durante los próximos días el ex aspirante a la candidatura presidencial por Morena comenzará una gira hacia el interior de la República Mexicana. Durante este ejercicio podrá medir el pulso de sus simpatizantes, lo que le permitirá establecer las condiciones y tomar la mejor decisión para su proyecto personal. Marcelo entiende que su capital político fuera de Morena no será el mismo.

Es por eso que, a pesar de lo que muchos de los detractores al proyecto de López Obrador desearían, el daño colateral que sufriría Morena con la salida de Ebrard, en caso de concretarse, no representaría un golpe letal a la candidatura de Claudia Sheinbaum, ya que para ella la principal fortaleza lo es y seguirá siendo los niveles de popularidad del Presidente y la estrategia electoral montada para competir con el respaldo de todo el aparato del Gobierno federal en la próxima elección. ¡Nada de que sorprenderse!

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