José Inés Figueroa Vitela.-
Dicen que el resultado de las encuestas favorece a quien las paga.
¿Y cuando no las pagan… o cuando el pueblo es quien cubre sus
costos?
Parece un eufemismo y no lo es.
Recién se dieron a conocer los resultados de la encuesta nacional de
percepción sobre el Servicio Público, levantada entre junio y septiembre por
el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, Inegi, que ya
sabe, es un ente autónomo federal.
“Los números no mienten”, dijo respecto de aquello algún funcionario
estatal, ponderando las buenas noticias emanadas del levantamiento de
marras, aclamando a la justa difusión ante la opinión pública.
Entre las 75 ciudades,1898 demarcaciones urbanas y 27 mil 970
viviendas, donde se hizo el levantamiento, consultando a personas mayores
de 18 años, destacará el municipio de Nuevo Laredo, por variadas razones.
Ya sabemos que en la municipalidad del primer puerto fronterizo
existe una economía boyante, por su ubicación geográfica privilegiada y el
empeño de sus autoridades en traducir los recursos disponibles en
oportunidades para el crecimiento.
Problema y preocupación social e institucional, acaso, serían las
conductas antisociales de individuos y grupos, igualmente atraídos por las
ventajas de “la plaza”.
Todavía en los dos últimos meses del sexenio pasado, por allá
desaparecieron dos grupos de personas, por las que cerró la administración
con manifestaciones de familiares, afuera de la Casa de Gobierno, en
Victoria, capital, que nadie atendió.
Con el cambio de gobierno estatal, también eso se transformó.
La nueva administración de AMÉRICO VILLARREAL ANAYA “fue
recibida” con otros dos grupos -por separado- de personas desaparecidas.
A saber, funcionarios de un municipio coahuilense y artesanos de un
estado del sur, igual perdieron contacto con sus cercanos, dando paso a un
intenso trabajo de búsqueda hasta reintegrarlos con los suyos.
Algo de lo que cientos -miles aseguran otras estadísticas- de lo que
personas durante los seis años anteriores no pudieron gozar.
La alegoría es solo para repasar que, en este reciente trabajo, Nuevo
Laredo aparece entre los que más han bajado en la percepción social de
inseguridad, tanto como 22 puntos en el trimestre anterior (junio-septiembre)
al pasar del 73 al 51 por ciento.
En el mismo plazo, los neoladerenses que experimentaron conflictos
o enfrentamientos, bajaron del 30 al 25 por ciento -la media nacional subió 4
fracciones de punto del 33.5 al 33.9 por ciento.
Pero en lo que más se ha significado el ayuntamiento liderado por
CARMEN LILIA CANTÚ ROSAS, es en la percepción de efectividad, a la
cabeza nacional, con el 63.2 por ciento, cuando la media entre sus pares
medidos por el Inegi es del 32.3 por ciento.
Hoy no aparece algún municipio tamaulipeco, entre las ciudades
donde más de sus ciudadanos han considerado vivir de manera insegura y
ello, por supuesto incluye a Nuevo Laredo.
Insistir en tal municipalidad, atiende a la primicia de que, cuando en
efecto ahí se habla de multimillonarias inversiones públicas y privadas que
marcan un liderazgo, siempre el “pero” de la inseguridad había estado
presente.
En ese MARCO, ya solo un pendiente le queda a la gestión de
marras.
Los compromisos se cumplen.
Con Nuevo Laredo -decía- y Reynosa, que entraron en esta medición,
son los que reflejan mejoría entre los últimos dos sondeos.
Otras resultantes devienen de esto y aquello.
Veremos y diremos.