Conforme avance en los escritos te darás cuenta de que todo tiene que ver con lo mismo: El SER. Y ahora me tengo que brincar y meter de lleno con un tema espinoso: la existencia de Dios. Porque el SER no tiene sentido sin un creador.
Antes de iniciar, quiero aclarar algo, no me meteré con el Dios de ninguna religión, tampoco me interesa convencer, no me interesa si crees o no crees en lo que yo digo; esta columna no es para esto, simplemente es para compartirte conocimiento, es tu decisión lo que hagas con él, y te lo respeto.
Ahora, quiero que te detengas y reflexiones ¿Cómo sería tu vida si existiera Dios?
Entonces te digo directamente: Dios existe.
Lo primero que tengo que decirte es que “Dios” es solo una palabra que se puede asignar a todo y a nada. Se ha convertido en un término trillado. Lo que es cierto es que el intelecto humano ni siquiera puede contener con palabras lo que en realidad es “Dios”, así que puedes llamarlo de cualquier manera: Universo, creador, todopoderoso, ladrillo, cielo, árbol… da exactamente igual cómo lo llames, ninguna palabra es capaz de describirlo y mucho menos, de contenerlo, porque nuestra capacidad no lo permite. Yo utilizaré la palabra “Dios” como sinónimo de creador, y personalmente yo le llamo “Padre”.
Lo único que es relevante es que el SER es SU creación. Lo que somos no se puede concebir de la nada, si naciéramos de la nada, entonces seríamos nada, la nada no puede dotar de algo, porque no tiene algo.
No sé a quién le interesa que pienses que eres nada y que no vales nada, y que eres pecador, y que naciste del pecado y que morirás siendo pecador.
“En polvo eres y en polvo te convertirás” quiere decir que el cuerpo está hecho de la misma materia del planeta en el que nos tocó vivir, y el cuerpo regresará a eso, es todo… pero la han tergiversado demasiado.
El Dios en el que yo creo es puro amor (En su momento hablaremos sobre el amor).
Cada uno de nosotros es resultado de este amor, y hemos venido a expandir este amor. Nada más. Pero hay mucho conocimiento que se oculta a la mayoría de las personas, y es preferible que vivas sintiendo miedo, vergüenza y culpa.
Encima, cuando eres adulto, prefieres considerarte a ti mismo como el centro del universo, y le das la espalda a esta fuerza creadora. Prefieres ser tú el que cree que actúa con libertad e independencia. El Dios en el que yo creo es tan respetuoso que permite que tú tomes tus propias decisiones, aunque estés equivocado, es tan paciente que espera el momento en que regreses a su consciencia.
No concibo a un Dios que te puso pene y vagina y te culpa por usarlos, si te culpa es porque se equivocó y por lo tanto es imperfecto. El Dios en el que yo creo te ha dado un pene y una vagina para usarlos como una forma de extender el amor.
El Dios en el que yo creo no divide a las personas entre creyentes y no creyentes, porque adivina qué, todos somos sus hijos. Tampoco tiene iglesias que en realidad dividen a las personas, el llamó “iglesia” a lo que tu contienes en tu interior.
El Dios en el que yo creo no necesita de tu dinero, no necesita de tu veneración, no necesita de nada, no te creó para que lo adoraras, si necesitara de algo, entonces sería imperfecto; y está tan aburrido que puso a unos seres pequeños para que lo entretuvieran un rato.
El Dios en el que yo creo, te creó por simplemente amor, no te pide nada a cambio, eres creación y vienes a crear.
Ahora te diré lo mismo, pero en un tono metafórico.
Una molécula y una galaxia son del mismo tamaño.
La sangre que corre por mis venas es la misma que corre por las tuyas.
Puedo tocar el cielo con mis dedos que son los sentimientos.
Te encuentro en los colores, en la paleta de colores, en la madera de la paleta y en la mano que sostiene la paleta.
Que mis palabras no traten de contenerte, pero que tú trates de contener mis palabras.