Alicia Caballero Galindo.-
La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo
o, más exactamente, a pesar de ti mismo. Víctor Hugo.
La felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno
hace. Jean Paul Sartre.
La felicidad es un tema eterno desde que el homo sapiens, empezó a
discernir, y es un concepto tan relativo y plural, como la mente de cada
individuo. Según la RAE es: “Estado de grata satisfacción espiritual y física”
pensaríamos en agregar “espiritual”, considerando que un ser humano, es
una conjunción perfecta de cuerpo alma e intelecto. El intelecto, es factor
indispensable en la búsqueda de la felicidad, ésta, tiene un rostro distinto de
acuerdo a los objetivos vitales.
Tal vez para el hombre de las cavernas, la felicidad máxima sería
regresar vivo y con comida, de la búsqueda diaria para subsistir, y encontrar
resguardo en un espacio acogedor, donde compartir. El gregarismo está
presente, en la naturaleza humana. A medida que las culturas evolucionan,
la búsqueda de la felicidad se va complicando, hasta llegar a la realidad
actual. Las sociedades modernas intercomunicadas en todo el planeta, con
prototipos culturales, filosóficos, científicos y teológicos distintos, así como
conceptos estéticos, tanto en el arte como en la presencia de los individuos,
el concepto felicidad se diversifica y se sofistica, considerando la necesidad
de una infinidad de satisfactores externos creados por el ser humano. Han
surgido paradigmas en todos los aspectos complicando la búsqueda de la
felicidad.
Los propósitos y preferencias de cada quién, crean distintas maneras
de conquistar ese estado de confort, que llaman felicidad. Si por alguna
circunstancia no lo logran, caen en un estado de frustración, que va en
aumento, en cuanto más se alejan de ese paradigma que por alguna razón
no pueden alcanzar y terminan por no valorar “los bienes” que poseen.
Las metas a alcanzar, de cada uno, varían en razón de su cultura,
inteligencia, valores humanos y alcances económicos.
Para un mendigo, tal vez, lo máximo, sería hacer tres comidas al día y
tener un lugar confortable para dormir. Para un pueblo en guerra, conquistar
la paz. Para un deportista, tener la mejor marca, para muchas mujeres y
hombres, tener un cuerpo perfecto, para un artista, alcanzar la fama, para la
mayoría de los padres, ofrecer un mejor mañana a su descendencia, la lista,
podría ocupar mil páginas más, lo cierto, es que, cuando empeñan la vida el
torno a un ideal determinado, y no se logra con rapidez, surge el sentimiento
de frustración, que nubla el intelecto.
Me recuerda un relato muy trillado pero real: una mujer va a misa y
por el camino va rezando, ignora todo lo que la rodea a su paso, su objetivo
es llegar a la iglesia, ignora a una anciana que requiere ayuda y a un ciego
que pretende cruzar la calle, si se detiene, llega tarde a misa. Cuando por
fin llega, encuentra la iglesia cerrada y un letrero en la puerta que dice:
“Búscame por tu camino, no me ignores. Firmado: DIOS.
Lo importante de la aventura vital, es precisamente el viaje. El primer
paso para encontrar la felicidad, está en el interior de cada quién. Amar lo
que se hace, valorar lo que se tiene, la felicidad, se construye paso a paso
con los elementos que están al alcance. Cada amanecer es una esperanza,
cada crepúsculo una promesa. Poseer cinco sentidos, motricidad, intelecto,
es un motivo para ser feliz y apreciar la vida si se posee salud, trabajo,
familia, amigos, y capacidad de apreciar el entorno, es un privilegio y un
motivo para ser feliz.
El amor en todas sus manifestaciones, no cae del cielo, se conquista
con amor, positivismo, inteligencia, piedad, solidaridad humana. La felicidad
es una actitud positiva frente a la vida. Cada individuo es un universo único
y debe valorarse en su justa dimensión. La perfección no existe, es un
paradigma que se persigue para evolucionar y crecer. Cada meta alcanzada
es un motivo de felicidad, satisfacción y sensación de triunfo.
Para saber encontrar la felicidad, es necesario amarse, apreciarse,
aceptarse tal cual, como un milagro y valorar cada peldaño ascendido.
Cada individuo es un engrane importante en la maquinaria que hace
marchar al mundo. Desde cualquier punto pueden aportarse acciones
positivas para crecer y eso, debe ser un motivo de felicidad.