José Inés Figueroa Vitela
Hay quienes no acaban de comprender las manifestaciones públicas de temporada, que piensan, “transformación”, es un cliché propagandístico de la clase gobernante del momento y siguen sacando conclusiones, bordeando en las prácticas del siglo pasado.
Fueron, entre otros quienes, en la recién pasada elección, se pusieron a hacer cuentas y le apostaron a los proyectos “prianistas”, pensando que el mal humor social no los iba a alcanzar o que de último momento, iban a comprar las conciencias enamoradas de las formas morenistas.
De entonces acá y desde antes, la transformación -cuarta le llaman su autores- ya estaba operando, dando paso, con el nuevo orden, a esas renovadas formas de ser gobierno y de hacer política.
Las formas erráticas de la oposición, con recursos que en su tiempo fueron máxima, no fructificaron, porque no la nueva clase política, la sociedad también se transformó.
Las “fake News” -noticias falsas- sobre hechos que en el pasado significaron la caída de partidos, candidatos, elecciones, no causaron mayor mella en el grueso de los ciudadanos.
Lo que sí resultó cierto, simplemente se remitió a los conductos e instancias correspondientes, para que siguiera su curso ordinario, sin salpicar terceras personas, situaciones, instituciones, ajenas a los hechos primigenios.
Vale la expresión, por algunas publicaciones que se han dado en los días recientes, en torno a los trascendidos, respecto de una investigación que se hace sobre el desempeño de la titular del Instituto Tamaulipeco de Cultura, BRENDA DENISSE DE LA CRUZ LÓPEZ, por presuntas irregularidades en su desempeño.
En realidad, la denuncia ciudadana por nepotismos y desvío de recursos, data del 29 de mayo, fue turnada a la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción y al avance de las investigaciones, fue que se dieron los trascendidos el pasado fin de semana.
Le voy a decir qué habría pasado durante el pasado sexenio en una escena similar: primero, se habrían ocultado y negado los hechos; enseguida alguno de los parientes del ex, se habría acercado a la funcionaria a exigirle le entregara los recursos de que pudiera haberse visto beneficiada y luego la pondría a cuota, para quedarse con esa fuente de dinero malhabido.
Hay muchos casos documentados al respecto.
¿Qué pasa ahora?
Se deja en libertad a la autoridad de hacer la investigación, a la acusada que se defienda y si al final persisten las inconsistencias, resulta alguna responsabilidad, júrelo, se actuará en consecuencia.
De menos, en el gobierno de la Cuarta Transformación, el funcionario que caiga en sospechas fundadas de que ha incumplido con sus responsabilidades y compromisos públicos, será retirado de sus responsabilidades, para que afronte las consecuencias de sus presuntos actos.
Es algo tan previsible, como que, tampoco se trata de una cacería de brujas y el liderazgo político estatal nunca va a permitir que se desate una ola de acusaciones, sin ton ni son, para consumar venganzas personales o animar escenarios erróneos de su composición, trabajo y vocaciones.
Cuando mucho, existe otra denuncia que se está investigando y podría desembocar en el retiro de su inculpado, para llevar el caso ante las últimas instancias jurisdiccionales.
Aquí nadie engaña… ni está engañado.
Las cosas, como son, en su tiempo y en su espacio.
La asamblea nacional del PRI celebrada ayer, con la reforma a sus estatutos, para que ALITO MORENO se prolongue en la dirigencia hasta por ocho años, solo fue una confirmación de su inminente desaparición como instituto político.
Rondando el piso de la votación mínima para conservar registro, prerrogativas y espacios de representación popular, pequeño entre los que, en sus tiempos de gloria bautizó como “mini partidos”, el PRI vive los estertores de su existencia, con las mismas viejas prácticas que menguaron con celeridad sus militancias.
En el PAN no cantan mal las rancheras.
Igual, las descalificaciones entre sus pretendidos prohombres -el dirigente MARKO CORTEZ y el expresidente FELIPE CALDERÓN, son sus grupúsculos de lealtades conservadas con canonjías perversas, van a más de lo mismo, en una transición de “cambiar”, para esta.
Enraizados en aquellos grupos de perversidad, los domésticos, sometidos por el delincuencial cacicazgo del exgobernador de triste memoria, también andan construyendo puntualmente su extinción.
El “ni un voto a Cabeza -PAN-“, ya mostró su rostro y es una convicción de largo aliento, entre los tamaulipecos.