Mauricio Zapata.-
El pasado domingo, cuando fue Día del Niño, el dirigente estatal del PAN “presumió” en sus redes que habría de regalar dulces y “sorpresas” a los niños, y subió una foto en donde estaba preparando los regalitos.
Eran unas tiras de chicharrones conocidos como “lagrimitas”, que en una dulcería la bolsa con un kilo de ese producto no vale más de cien pesos, y con ese kilo se puede hacer hasta 50 paquetes.
Digamos que “El Cachorro” es muy bondadoso y compró diez bolsas de esas para darle “felicidad” a 500 pequeños.
Lo presumió y con eso perdió humildad.
Pero el promedio de militantes y dirigentes panistas nunca se han distinguido por ser muy sueltos que digamos.
Ojo, dije el promedio, es decir, no todos. Hay algunos que son más desprendidos y lo hacen de corazón, no solo para presumir su humildad.
En Tamaulipas nos acostumbramos durante unos seis años a ver esa “bondad”. O más bien ese proselitismo disfrazado de sencillez.
En una ocasión, el Gobierno estatal decomisó un camión lleno de sandías. A los pocos días un senador repartió sandías a gente “pobre” y a esos “beneficiados” los obligaron a presumir y agradecer su regalito a nombre del “benefactor”.
Un alcalde de malos recuerdos en la zona centro de Tamaulipas repartía despensas que haciendo la cuenta de lo que “regalaba” no era más de cien pesos por bolsa. Se trataba de un kilo de masa, 250 mililitros de aceite del más chafa, un paquete de galletas de animalitos, un paquete de sopa y una lata de atún.
Ah, pero eso sí, lo difundían para hacer creer al resto de la población de que ese alcalde era bien buena onda con los pobres y sacaban fotos de la gente con su despensita agradeciendo la bondad.
Los promotores, que en esos días les llamaban “padrinos”, organizaban en las colonias bingos para los ciudadanos pobres con “regalos y sorpresas”.
Las sorpresas eran charolas con lagrimitas, vasitos de los más chicos con refrescos gringos marca patito que venden en Waldos. Y los premios eran platos o perfumes de 16 pesos de esa misma tienda.
En sus campañas de “servicio social” llevaban a estudiantes de psicología y derecho para dar “asesorías; a pasantes de puericultura del CBTIS 236 para organizar juegos trillados y aburridos y a estudiantes del Cecati para cortar el pelo. A esos “voluntarios” solo les daban un lonche con jamón del más corriente del super, una embarrada de mayonesa y un refresco de lata gringo de Waldos.
En los festivales del Día del Niño regalaban juguetes de 20 pesos comprados en las tienditas que están alrededor del mercado Argüelles; esos que nomás de verlos dan toques (por corrientes).
Y el Día de las Madres, trastes comprados en las baratijas de almacenes de a un dólar en McAllen.
En las rifas que hacían a empleados del gobierno, compraban electrodomésticos que los grandes almacenes del “otro lado” mandaban al tiradero.
Codos a más no poder.
Por eso da risa su supuesta bondad que no es otra cosa que el hacer pensar a la gente que son bien buena onda y que les den un voto cuando haya elecciones.
Ah, pero si no se los dan, les “cantan” los regalos.
EN CINCO PALABRAS.- Soberbio: quien presume su bondad.
PUNTO FINAL.- “Una cosa es ser austero y otra cosa es ser miserable”: La Abuela sabia.
Twitter: @Mauri_Zapata