Mauricio Zapata
Uno de los escenarios en donde se debe respetar la libertad de expresión, es en el parlamento.
Pero aquí, desde hace mucho no se hace.
Las legislatura 63 y 64, por ejemplo, se caracterizaron por no escuchar las voces disidentes.
Las cortaban y las coartaban.
Y los entonces diputados de Morena eran las principales víctimas.
Los panistas no soportaban que hablaran mal de su jefe político, es decir, del entonces Gobernador.
Ese Gobernador que también fue callado muchas veces por la aplastante mayoría priista cuando éste fue diputado local.
Y ah cómo se quejó con justa razón de que no le cedieran la palabra en el apartado de asuntos generales (cuando iba). Y daba unas pataletas enormes.
Luego éste y sus secuaces actuaron exactamente igual.
Insisto, los morenistas o los integrantes de partidos de izquierda eran las principales víctimas.
Y metieron infinidad de iniciativas para evitar ese tipo de situaciones que les afectaban.
Ninguna prosperó. Las mayorías las aplacaban y las mandaban al archivero hasta que fenecían.
Bueno, pues ahora esas víctimas se convirtieron en verdugos.
No soportan que haya voces discrepantes. No toleran que alguien hable mal de sus líderes políticos.
Y tienen sus estrategias para callar esas palabras.
Desde que tienen la presidencia de la mesa directiva, no permiten que alguien hable en asuntos generales de cada sesión.
Hay veces que al llegar a ese punto de las plenarias, se hacen los sordos y los ciegos y no ven cuando algún diputado interesado en hacer uso de la tribuna levanta la mano. Simplemente clausuran la sesión y dicen que, al no haber participaciones se levanta la asamblea.
Solo a los suyos se les da la palabra. Pero si alguien se les cuela por ahí, lo dejan al último. Poco antes de que termine de hablar el morenista, el resto de sus compañeros se va saliendo poco a poco. Al final, cuando ya no hay quórum, dicen que ya no se puede, y clausuran la plenaria.
Y eso sucede en cada sesión. Ocurre cada semana. Nadie, ningún opositor se salva de la callada de boca.
No se puede hablar de un estado que respeta la libertad de expresión cuando, desde uno de los poderes, no permiten esa libertad.
EN CINCO PALABRAS.- No pueden ser tan intolerantes.
PUNTO FINAL.- “Se disfrazan de ellos mismos”: Cirilo Stofenmacher.
Twitter: @Mauri_Zapata