Rogelio Rodríguez Mendoza
LOS MILITARES TIENEN LA CULPA.- El desastre del sistema penitenciario de Tamaulipas tiene muchas causas de origen, pero de entre ellas hay una que destaca: colocar a militares al frente de esa área.
En vez de buscar perfiles con conocimiento y dominio del tema penitenciario, los gobernadores han optado por encargar esa tarea a elementos de las fuerzas castrenses, con la falsa idea de que estos son incorruptibles y que intimidan a la delincuencia carcelaria.
Tan falsa es esa hipótesis, que los penales tamaulipecos suman ¡11 años continuos reprobados!
De hecho, desde el 2006 al 2022, los reclusorios solamente han aprobado el diagnostico penitenciario de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, (CNDH), en el periodo del 2007 al 2010, cuando era gobernador el priista, Eugenio Hernández Flores.
Los penales de Tamaulipas llegaron a estar entre los cinco mejor evaluados del país.
¿Sabe por qué ese logro? Sencillo: porque los directores generales del sistema penitenciario fueron civiles. Y no cualquier civil. Eran gente con muchos años dirigiendo penales.
Pero a partir del 2010, cuando se recurrió a los militares para que asumieran la tarea de seguridad pública en general, vino el desastre. En 2022, con una calificación del 4.26, los reclusorios tamaulipecos fueron los peores de México. Así como lee: somos el estado con el peor sistema parcelario.
Esperemos que el gobierno actual de, Américo Villarreal Anaya, entienda que, si quiere que Tamaulipas salga de ese deshonroso y vergonzoso último lugar en materia carcelaria, tendrá que echar mano de expertos y no de improvisados militares, que, aunque muy valientes y disciplinados, son ignorantes por completo del sistema penitenciario.
Por cierto, la época dorada de los penales tamaulipecos la encabezó un especialista en la materia, llamado Francisco Castellanos, que todavía anda por ahí metido en el servicio público. En 2020 fue designado director general de los reclusorios de Colima.
¿Por qué no le piden un consejo o asesoría?
¡QUE COSAS!.- Absurdo, pero, Morena le dará la candidatura presidencial a la corcholata que resulte más popular y no a la que demuestre mejores credenciales para dirigir los destinos del país durante los siguientes seis años.
En las condiciones que se encuentra la nación, luego del fraude que ha resultado el llamado gobierno de la cuatroté, lo lógico sería que el partido guinda estuviera buscando al aspirante mejor preparado para resolver temas como el de la inseguridad, la pobreza, y los rezagos en materia de salud, educación, y por supuesto economía.
Pero no, de acuerdo a las reglas, que aprobó el pasado domingo el Consejo Nacional morenista, resultará electa candidato aquella corcholata que resulte mejor posicionada en cinco encuestas.
Es decir, el abanderado para buscar suceder a López Obrador será el más conocido entre los mexicanos, pero no el que tenga más preparación profesional, algo que resulta incongruente por dónde quiera que se le vea.
¡Por eso estamos, como estamos!
SILENCIO CÓMPLICE.- Por cierto, el recorrido por todo el país que harán las corcholatas para buscar el respaldo ciudadano, será a todas luces un acto anticipado de campaña. No se le puede llamar de otra forma.
Sin embargo, como aquí lo hemos venido denunciando con terquedad, el árbitro electoral y los partidos opositores han guardado un silencio cómplice frente a esa violación impune al marco jurídico electoral.
De la oposición se entiende, porque finalmente es en su propio perjuicio, pero en el caso del INE es inaceptable que se siga quedando cruzado de brazos frente a las recurrentes infracciones a la ley electoral, porque su obligación principal es ser el garante de las normas electorales.
De hecho, el problema para el INE es todavía mayor, porque al quedarse cruzado de brazos pone en entredicho su capacidad para conducir con eficiencia el proceso electoral.
Si no es capaz de dar un manotazo ahorita, ¿usted cree que lo haga cuando ya esté en curso la competencia?
ASI ANDAN LAS COSAS.
