María José Zorrilla
Hace un par de días fue condecorado un prolífico escritor y editor de una de las mejores revistas que sobreviven sobre viento y marea en el país: Artes de México. Alberto Ruy Sánchez un tremendo escritor, gran narrador y poeta recibió el premio a la Excelencia en las Letras “Jose Emilio Pacheco” dentro del marco de la Feria Internacional del Libro de Yucatán. Ruy Sánchez enunció algo que nos cala profundo “Nos han robado la verdad, no hay otros datos”. Es inconcebible que nosotros admitamos esa negativa a reconocer la realidad. Nos han robado todo, hasta la palabra pueblo y eso de alguna manera hay que rescatarlo dice el autor de más de treinta títulos entre los que destacan el Quinteto de Mogador, los Nombres del aire, con la Literatura en el Cuerpo e Introducción a Octavio Paz, entre otros. Se trata de un escritor y ensayista que gusta de generar controversia como en su texto “Los demonios de la lengua” donde propone que los demonios realmente habitan en la certeza. La certeza que se convierte en el alma de los tiranos, del totalitarismo, los impositivos que dividen a la gente inyectándoles ese tipo de “certeza” como algo verdadero. Es la duda lo que hace crecer, despertar, ver otras perspectivas y otear otros horizontes. Es también inaceptable que las personas que se escudan en “sólo obedecía órdenes” actúen provocando el mal, el dolor ajeno, la desgracia del otro. Después de las horrendas fotografías y los hallazgos encontrados en Teuchitlán ya no es posible esconder la realidad de lo que nos acontece. Con órdenes de mantener el silencio ya no es suficiente, la verdad está brotando porque es el pueblo, el verdadero pueblo, ese que ha perdido a sus hijos, esas madres buscadoras, esos guerreros que han abierto el cementerio más horrendo que podemos imaginar. El de la mentira, el de la complicidad, el del descaro, la ironía donde desgraciadamente se ocultan no solo verdades sino personas que perdieron la vida y las más de las veces en condiciones de horror.
México se ha convertido en un gran cementerio. Con asombro vi un mapa presentado por La Silla Rota, donde se muestran más de dos mil fosas clandestinas distribuidas por todo el país entre las que destacan 344 en Veracruz, 308 en Colima, 284 en Sinaloa, 238 en Guerrero, 228 en Michoacán, 176 en Jalisco y 152 en Tamaulipas. Vaya mapa de la geografía del horror. México convertido en un rompecabezas de huesos, osamentas, crematorios clandestinos donde ni la duda cabe. Como en algún momento lo afirmara Sor Juana, las voces de la verdad nunca son silenciadas. No importa cuánto tiempo pase, la verdad sale a flote. Eso lo aprendí de muy chica. Recuerdo en mis años mozos cuando estuve en un internado y las grandes organizaban fiestas clandestinas e introducían una botella de alcohol y la compartían con las más chicas del colegio y después ya avanzada la noche para deshacerse de ella la tiraban al lago de la escuela. Un día cayó tremenda helada y fue asombroso ver no sólo aquella botella que algunas compañeras aventamos, sino la cantidad de botellas que afloraron ante una inesperada bajada de temperatura que cubrió de hielo todo a su paso; pero las botellas que asomaron sus cuellos en la superficie del agua nos dejaron una lección a todas. Por supuesto no pudimos eludir el castigo subsecuente con el costoso aprendizaje que tarde o temprano las cosas salen a la luz. Aunque no solo en México estemos en una etapa de oscuridad, las palabras de Ruy Sánchez nos invitan a ver la necesidad de luchar por la verdad y en su caso como escritor por rescatar palabras que de pronto parecen tener una paternidad indiscutible y resulta que el ADN no corresponde al suplantador. Son muchas las maneras en que se puede ser un ciudadano activo, a través de la denuncia, de un comportamiento cívico impecable, de la agrupación con personas afines, y para muestra, las madres buscadoras que, no han cejado ante nada. Ante la ofensa, el desaire y hasta la propia muerte porque las hay que han sido víctimas por buscar donde no debían; estas valerosas mujeres han logrado cavar en lo más hondo de nuestro territorio descubriendo lo que se quiso ocultar mediante información oficial de “tengo otros datos”.