Los informes de la Auditoría Superior del Estado (ASE) han vuelto a poner el dedo en la llaga.
No porque revelen algo nuevo —ya sabíamos que muchos alcaldes se pasan la ley por el arco del triunfo—, sino porque, una vez más, muestran el largo expediente del incumplimiento, de la opacidad, de la simulación.
Las auditorías se presentan con cifras, observaciones y recomendaciones que, en teoría, deberían corregir el rumbo.
Pero todo queda en el papel. Los alcaldes, confiados en la corta memoria ciudadana y en la tibieza de las autoridades fiscalizadoras, simplemente no hacen caso.
Lo más grave es que la ASE tampoco cumple con lo que promete: ni exige, ni sanciona, ni le da seguimiento serio a los hallazgos.
Una y otra vez, los mismos compromisos de siempre: más transparencia, más seguimiento, más firmeza. Y una y otra vez, el mismo resultado: nada.
Hay una danza de millones sin justificar, obras sin terminar, facturas infladas y compras simuladas.
Y, pese a todo, no hay consecuencias.
La ASE se ha convertido en una especie de notaría de irregularidades: documenta, enumera, advierte… pero (hasta ahora) no actúa.
Los alcaldes lo saben. Por eso incumplen. Porque pueden. Porque no hay castigo. Porque lo peor que les puede pasar es una “recomendación”.
La ciudadanía sigue esperando que alguien haga lo que se debe hacer: auditar con rigor, exhibir con firmeza y castigar con contundencia. Pero no.
Lo que se ve es un ritual anual que sirve más para justificar el sueldo de unos cuantos que para corregir el fondo del problema.
Hoy más que nunca hace falta que la ASE entienda que su papel no es el de un archivista de anomalías, sino el de un verdadero fiscalizador.
Porque si no lo hace, seguirá siendo parte del problema.
Ya se venció el plazo. El Auditor dice que revisan los documentos y las justificaciones. Y hoy, más que nunca, se espera lo que sucederá con los incumplidos, que, dicho sea de paso, son muchos.
A ver qué noticias nos trae la próxima semana y veremos de qué está hecha esta “nueva” ASE.
EN CINCO PALABRAS: Mucho ruido, veremos cuántas nueces.
PUNTO FINAL: “La corrupción no florece en la oscuridad, florece cuando los que deben mirar, prefieren cerrar los ojos”: Cirilo Stofenmacher.
X: @Mauri_Zapata
