diciembre 4, 2024
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El Contador Tárrega

Mucho texto

agosto 18, 2023 | 488 vistas

Hace días publiqué uno de mis mensajes en mi página de Facebook y hubo un par de personas que pusieron como comentario: “mucho texto”. En mi Facebook personal puse un “screen shot” del comentario (ocultando el remitente), y mencioné: “No deja de darme cierta tristeza que cuando publico mensajes en mi página, a veces recibo comentarios como éste, en donde se entiende que les da flojera leerlo. Creo que ahí radica gran parte de los problemas de la educación en este país; necesitamos fomentar más el gusto por el excelente hábito de la lectura”.

Curiosamente, después de que puse eso, se multiplicaron en mi mensaje esos comentarios de “mucho texto”, incluso unos memes que decían: “Excede el límite de caracteres para la correcta comprensión del punto a tratar” o “¡Maldita sea, resúmelo en 20 palabras o menos!”, “eso es un pergamino”, etc. Yo sé, yo sé que mucho de esto es, como me dijo un alumno, “trolleo”, es decir, que se hace en broma y porque está de moda hacerlo. Eso no me molesta.

Pero también sé que es una triste realidad que a muchos jóvenes –incluso a algunos adultos– les desagrada tener que leer textos medianamente largos. Así que, si tú eres uno de esos jóvenes, este mensaje es para ti.

Me gustaría comenzar haciéndote una pregunta sobre algo que ocurrió hace casi 500 años. En 1521, los aztecas caían vencidos y la gran Tenochtitlán, el último bastión indígena, se rendía ante la supremacía española. La pregunta es: ¿Qué crees que fue lo que determinó que los españoles pudieran ganarles a los aztecas? ¿Será que los españoles eran más fuertes? No creo. ¿Será que los españoles eran más valientes? Tampoco. Lo que determinó el resultado de la batalla fue que los españoles tenían mejores herramientas. La pólvora, las armaduras, el acero, etc.

Bueno, pues una vez que estés en el campo laboral, vas a enfrentar todos los días una batalla. Una batalla que determinará quiénes se llevarán los mejores puestos, los mejores sueldos, las mejores oportunidades. Y tal como ocurrió con los aztecas, esta batalla la ganarán quienes tengan las mejores herramientas.

En la universidad se hace periódicamente una reunión con empresarios para ver la pertinencia de nuestros programas y se les pregunta cuáles son las habilidades más importantes que los alumnos deberían desarrollar para desempeñarse bien en el trabajo (léase “para ganar la batalla”). Dos de las más mencionadas son: uso correcto del lenguaje y razonamiento y comprensión, habilidades que se desarrollan con la lectura (lamento darte esta “triste” noticia).

En su libro “El corazón es un resorte”, Pablo Boullosa dice lo siguiente:

“Nuestro cerebro es una portentosa máquina de hacer asociaciones: todo lo que le damos como alimento puede llegar a usarlo más adelante. Si le damos buena materia prima, nuestro cerebro nos ofrecerá buenas ideas y razonamientos. Si solo alimentamos nuestra mente con materiales chatarra o con idioteces, no podemos esperar que de ella surjan ideas brillantísimas”.

Continúa diciendo Boullosa: “El aprendizaje a fondo puede ayudarnos en nuestra lucha contra la superficialidad, brazo derecho de la Ignorancia, en cuyo altar ha muerto sacrificado el potencial de innumerable cantidad de individuos. La conquista de la ignorancia es una tarea que está al alcance de nuestra voluntad”. Pareciera que a veces nos brotan tradiciones de nuestros antepasados aztecas, que realizaban sacrificios humanos, solo que nosotros, como dice Boullosa, sacrificamos por voluntad propia nuestro potencial utilizando las dagas de la superficialidad, evitando la fatiga de tener que leer algo que exceda las veinte palabras.

En una de mis conferencias, les digo a mis alumnos: Sean pensadores, y no repetidores de información, hay una diferencia muy grande entre una cosa y otra. Y en otra conferencia les pregunto: “Si la batalla que tuvieran que enfrentar fuera una lucha cuerpo a cuerpo, ¿cómo preferirían estar?”. Les muestro entonces la imagen de un muchacho todo enclenque, flacucho y sin fuerzas, y otra de un tipo con músculos bien desarrollados y definidos, explicándoles que algo así puede pasar con nuestro cerebro. El alimentar nuestro cerebro con la actividad pasiva de la televisión u otro tipo de pantallas, vuelve nuestro cerebro perezoso, debilita su capacidad de comprensión y razonamiento. El alimentarlo con libros, que lo obligan a concentrarse, analizar, razonar, imaginar, etc., desarrolla las redes neuronales que definirán y fortalecerán los “músculos” de nuestro cerebro, permitiéndole realizar procesos complejos y producir buenas ideas.

Así que, si decides lanzarte a la lucha llevando como herramienta de batalla un cerebro escuálido, famélico y desnutrido, pues te deseo mucha suerte. Realmente, la vas a necesitar.

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