Por Rogelio Rodríguez Mendoza.-
Las terribles y extremas temperaturas que nos han agobiado en los últimos días, con el termómetro rozando los linderos de los 50 grados centígrados en algunos municipios, no pueden ser más que una advertencia de la madre naturaleza.
O hacemos algo para estabilizar el medio ambiente o de plano nos autodestruiremos, parece decirnos la madre tierra.
no solamente nos resistimos a reconocer la culpa que como humanos hemos tenido para propiciar fenómenos cómo está infernal ola de calor, sino que, en medio de esa arrogancia, nos negamos a hacer algo para resarcir ese daño infligido y evitar que un desastre natural acabe con nosotros.
Habrá quienes nos califiquen de alarmistas, catastrofistas y exagerados, pero los reportes oficiales nos indican que son muchas las personas que han fallecido durante las últimas semanas por complicaciones físicas derivadas del calor. Eso, sin contar aquellas que han enfermado por la misma causa aunque sin consecuencias fatales.
Somos tan soberbios que seguimos creyendo que estas temperaturas infernales son episodios pasajeros, y que en cualquier momento un huracán vendrá a salvarnos.
La realidad es que, hemos tocado fondo y por lo tanto depende de nosotros que comencemos a revertir el daño que le hemos hecho a la naturaleza, si es que queremos salvarnos.
Son muchas las tareas que podemos hacer para estabilizar el medio ambiente, pero en lo personal me parece que la urgencia es impulsar una reforestación masiva de las ciudades. Científicamente está probado que la siembra de árboles es la vía más efectiva y rápida para frenar el calentamiento global, origen de la mayor parte de los males ambientales, como el que estamos padeciendo.
Hace muchos años, el entonces gobernador, Manuel Cavazos Lerma, anunció un programa ambicioso de siembra de dos millones de árboles en su administración, precisamente previendo un desastre climático.
Lamentablemente aquello que fue una extraordinaria idea, quedó solo en eso: una idea.
En esas circunstancias, y frente a la emergencia climática que nos agobia y que, de acuerdo con pronósticos científicos, será una constante del futuro, incluso con mayor severidad, ¿porque el actual gobierno estatal y sus pares municipales, no retoman ese programa? ¿porque nuestros diputados no se ponen a arrastrar el lápiz en la construcción de una iniciativa que incentive la siembra de árboles?
Si lo hacen y lo hacemos, la reforestación, le aseguro que a la vuelta de cinco o diez años estaremos viendo resultados asombrosos, con ciudades de piedra transformadas en ciudades bosques.
En el caso de la capital, si solamente 100 mil de los aproximadamente 400 mil habitantes asumiéramos el compromiso de sembrar un árbol, en muy poco tiempo le daríamos un nuevo rostro a la capital.
¿Se imagina a Victoria con 100 mil nuevos árboles?
Hagámoslo. Pero hagámoslo ya. Habilite cualquier espacio en su entorno y siembre la planta. No espere a que otros lo hagan o a que los gobiernos diseñen una estrategia formal.
Le insisto: todo lo que hagamos en favor de la naturaleza lo estaremos haciendo en favor de nosotros, pero sobre todo en favor de nuestros hijos o nuestros nietos. Estaremos sembrando vida para las futuras generaciones.
EL RESTO.
VISITA HISTORICA.- La visita de la delegación de embajadores europeos a Tamaulipas, es histórica. Nunca antes se había logrado la presencia de tantos representantes de la unión europea en nuestro estado.
Por ese hecho, el gobernador, Américo Villarreal Anaya, ya tiene asegurado también un lugar en la historia del estado, como el primer mandatario que consiguió una visita de esa trascendencia.
Esperemos que ese hecho se traduzca en inversiones para Tamaulipas. Ojalá que los representantes de Alemania, Dinamarca, Francia, Hungría, Irlanda y otras naciones, se vayan convencidos de las grandes ventajas que ofrece nuestra entidad para los inversionistas.
ASI ANDAN LAS COSAS.