Madre: la palabra más bella pronunciada por el ser humano, y es que no se ni por dónde empezar porque, así como las madres sienten que sus hijos forman parte de ellas, yo como hija siento que ella es una parte que vive día a día en mi cuerpo.
Lo más hermoso que alguien me ha dicho, y créanme que nadie me lo decía de pequeñita, me lo empezaron a comentar ya grande, es: “Al verte veo a tu mami”. “¡Cómo me la recuerdas!” “¡Parecen hermanas!” “¡Tienen los mismos gestos y modo de hablar!”
¿Imagínense que los comparen con el ser que más admiran en esta tierra?
Y pues yo, humildemente les agradezco, pero obviamente no me la creo y es que… ¿por dónde empiezo para que me entiendan?
Quien realmente la conoce sabrá que no miento y quien no también, porque no necesitas conocerla para percibir tanto en una sola persona, por eso les digo que me falta mucho, pero mucho por aprender de ella y no hablo del oficio que desempeñó que es el mismo que el mío hoy en día, nada de eso, hablo de su manera de ser.
Si alguien sabe lo que es no derrumbarse, esa es mi madre, jamás, pero jamás la he escuchado quejarse de algo, jamás me hablo quejándose de mi padre de alguna discusión que tuvieran, de algún problema en su trabajo o en cualquier otro lugar y que no me lo dijera no implica que no los haya tenido, simplemente jamás lo externó, a eso le llamo una gran fortaleza, es por ello que hoy no me extraña para nada que haya logrado superar el virus que en ocasiones suele ser mortal, el Guillian-Barre.
Son muchos los ejemplos que ella desde pequeña me mostró, pero tal cual lo dicen, ella no me los imponía, ella solo era ella y siendo ella me arrastraba tal y como lo dicen que el ejemplo arrastra, hoy en día muchos quieren ser ejemplo de vida pero imponen sus ideas, mi madre influía no solo en mi sino en tantas y tantas personas solo con su actitud, con su firmeza, sin buscar nunca llamar la atención a través de una vestimenta provocativa y aun así lograba ser una líder de opinión prefiriendo ante todo optar por la sobriedad y la formalidad.
Eso era a cuadro, cuando les daba las noticias y fuera del lente no había persona que no la reconociera en las calles, pero lo más bonito de eso era que por ser una persona tan pero tan sencilla esas personas no dudaban en acercársele porque sabían que serían totalmente correspondidos a diferencia de hoy en día que se tiene la creencia que hasta los molestas por reconocerlos.
Y es por estos cuantos ejemplos que les cito y me faltan muchos, pero no acabaría, que hoy les digo que tengo madre de sobra, una madre bondadosa, una madre que debido a su larga trayectoria podría alardear de ello y sigue siendo la persona más sencilla, amable, generosa y agradable que conozco.
Nunca dejaré de agradecer por la madre que me toco tener y que hasta este día me calla la boca con su ejemplo y con el amor diario que le inyecta a mis hijos ahora sus nietos. Muchas personas le temen tanto al tema de la edad, al de la vejez al de los años, cada que me ven caminando con mi madre y sienten que me ofenderé al decirnos que parecemos hermanas porque eso a mí me agrega años y a ella se los quita, pues ¡Al contrario!
Que me digan que parezco su hermanita es el más grande cumplido que he recibido y que recibiré siempre porque ella es mi todo, es el ser que más admiro y admirare siempre. ¡Felicidades, Carmen Sánchez! No tuve hermanas, no tengo hijas, pero madre, esa sí tengo ¡y de sobra!
Que disfruten mucho todas este próximo 10 de mayo.