¿ATENTADO?.- Un manto de sospecha y de incredulidad envuelve el presunto atentado sufrido por Carlos Peña Garza, padre del alcalde de Reynosa, Carlos Peña Ortiz.
De acuerdo a los hechos narrados por la víctima, al llegar a una tienda de autoservicio dos sujetos armados lo atacaron en un aparente intento de “levantón” o secuestro. Para evitarlo, dijo, les echó encima su camioneta y los obligó a huir.
La historia de Peña Garza deja muchas dudas en el aire, sobre todo porque es bien conocida la efectividad del crimen organizado. Cuando la intención es “levantar” o asesinar, las posibilidades de fallar prácticamente son inexistentes.
Como consecuencia de esa poca credibilidad en el presunto atentado, entre los reynosenses son muchos los que ven atrás de toda una especie de trama política, con el objetivo de seguir victimizando a la familia Peña.
Será interesante saber lo que concluye la investigación que realiza la Fiscalía General de Justicia del Estado, a cargo de Irving Barrios Mojica.
COMO ANILLO AL DEDO.- A propósito de tramas, muy conveniente para muchos políticos está resultando la fuerza que ha tomado el paro nacional de trabajadores, jueces y magistrados del Poder Judicial Federal.
Y es que, el movimiento de protesta contra la reforma judicial eclipsó, casi por completo, el escándalo desatado por la captura o entrega, ante el gobierno de Estados Unidos, de Ismael, “El Mayo” Zambada, y de Joaquín Guzmán López, uno de los hijos del también jefe mafioso, Joaquín, “El Chapo” Guzmán Loera.
Desde el pasado lunes, la atención de los mexicanos y el foco mediático están centrados en los reclamos de los operadores del sistema de impartición de justicia, mientras que el caso de los “capos” mexicanos ha pasado a segundo término en la conversación pública.
Habrá que ver hasta dónde aguanta este eclipse mediático, sobre todo porque en cualquier momento el Gobierno de Estados Unidos podría dar otro “golpe” sorpresa que involucraría a la clase política mexicana.
Sobre todo, porque en medio de lo cerrado del proceso electoral por la presidencia, el gobierno norteamericano está urgido de simpatías ciudadanas, y que mejor que con un mazazo a los carteles mexicanos, causantes del envenenamiento de millones de jóvenes estadounidenses con drogas como el fentanilo.
Como quiera que sea, ahora sí que cabe aquello de que, a muchos el paro del Poder Judicial Federal les cayó «como anillo al dedo”.
NADA QUE VER.- Por cierto, hay que insistir en que la reforma al Poder Judicial no resolverá, en lo absoluto, las deficiencias y rezagos del sistema de justicia en el país.
Es falsa esa tesis que nos han tratado de vender para justificar el elegir por voto popular a jueces, magistrados y ministros, cuando afirman que con ello los mexicanos tendremos una justicia de más calidad.
Eso nada tiene que ver con la impunidad y la inseguridad pública que envuelve al país.
No es tan complicado entenderlo porque la situación es muy simple: la verdadera causa del desastre del sistema de justicia está en la ineficiencia de las fiscalías de justicia, que involucran a agentes del Ministerio Público, policías y peritos.
Luego entonces, mientras no se resuelvan esas deficiencias en el ámbito de procuración de justicia, los mexicanos seguiremos padeciendo la violencia delincuencial que nos ahoga, y que tiene su causa principal precisamente en la inoperatividad de quienes son los encargados de investigar y perseguir los delitos.
No se requiere mucha inteligencia para entenderlo. Que no quieran aceptarlo, por conveniencias políticas, eso es otra cosa.
ASÍ ANDAN LAS COSAS.