diciembre 11, 2024
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Joel Balderas

El teatro de las encuestas

agosto 25, 2023 | 433 vistas

Tal parece que la política moderna se trata de ver cuál de los partidos políticos monta el mejor teatro para la selección de sus candidatos, y una táctica que se ha vuelto cada vez más común es la simulación de la democracia mediante encuestas.

Esto se presenta como un ejercicio de apertura y participación, donde se supone que los votantes tienen la última palabra en la elección de candidatos. Sin embargo, detrás de esta cortina, a menudo se esconde una realidad un poco más cruda.

La selección de candidatos a través de encuestas puede parecer un ejercicio transparente y democrático, pero, en muchos casos, es poco más que una fachada diseñada para ocultar decisiones que ya se tomaron desde los más altos niveles políticos del partido o sea desde la mano del propio presidente en curso en la mayoría de los casos. Esta simulación política generalmente termina en un descontento de las propias estructuras partidistas, fractura al propio partido.

En primer lugar, la mayoría de la gente tiene la percepción de que las encuestas suelen ser manipuladas. Los resultados pueden ser moldeados para ajustarse a la narrativa deseada por el partido, lo que significa que los líderes pueden presentar a su candidato preferido como el “elegido por el pueblo” sin realmente reflejar la voluntad de la base. Esto es especialmente cierto cuando la formulación de preguntas está sesgada o cuando la muestra de votantes se elige estratégicamente o, peor aún, cuando la encuesta se convierte en toda una leyenda urbana.

Además, simular democracia de esta manera permite que los partidos eludan rendirle cuentas a su base. Cuando las decisiones se toman detrás de puertas cerradas y luego se presentan como el resultado de una encuesta, se evita la necesidad de justificar esas decisiones y de explicar por qué un candidato fue seleccionado sobre otros de manera justa y transparente.

Esta práctica también socava la diversidad de ideas dentro de un partido. Los candidatos que no son parte de la corriente principal o que desafían el resultado pueden ser excluidos deliberadamente de las opciones presentadas en la encuesta, limitando la variedad de voces y perspectivas disponibles para los votantes.

En última instancia, simular democracia debilita la confianza en el sistema político de un país en su conjunto. Los votantes se sienten engañados y desilusionados al darse cuenta de que su participación en las encuestas es una ilusión, y esto puede llevar a la apatía y la desafección política.

Cuando un partido político simula la selección de sus candidatos mediante encuestas, lo que en realidad está haciendo a un lado son los principios democráticos en los que se supone debe sustentarse. En lugar de una verdadera participación del electorado, se convierte en un acto de teatro político diseñado para ocultar decisiones que ya están tomadas.

Póngale el color que quiera y el país que usted decida.

¡Nos leemos la próxima!

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