abril 26, 2024
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Ma. Teresa Medina Marroquín

La misma historia: hincharse bestialmente de dinero

mayo 25, 2023 | 386 vistas

Ma. Teresa Medina Marroquín

Este año, como prólogo de las elecciones de 2024, la presidencial desde luego, y con la marca de estos procesos en Coahuila y Edomex, ha dejado de ser un tiempo de consolidación para el debate democrático.

Sería muy extenso detallar todas y cada una de las confrontaciones que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha venido enfrentando con sus adversarios.

No obstante, todo mundo en este país sabe perfectamente quiénes son los enemigos del tabasqueño, y cuyas batallas ya se convirtieron en el sello distintivo de una nación a la cual le ha costado “horrores” tratar de controlar y superar los efectos de un horizonte cada vez más oscuro y siniestro.

Dirán que la guerra entre AMLO y sus enemigos no es cosa nueva, que la escalada de conflictos y tensiones apareció desde el primer día en que el Presidente de la República tomó posesión de su cargo.

Y tienen razón, aunque los eventos cargados de una furia que tiene a varios grupos fuera de sí, han propiciado una ceguera resuelta no a combatir al movimiento de la 4T, sino a desintegrarlo, porque, a propósito de la guerra, y de su arte, no entienden que al enemigo no se le debe combatir mediante semejantes niveles de odios que rayan en el aborrecimiento, el repudio y hasta la repugnancia.

 

¿ESTÁN PROVOCANDO A LAS FUERZAS DEL ORDEN?

Este agresivo contexto donde desde Palacio Nacional se culpa directamente a los líderes de la derecha, y desde esta igual lo hacen contra la 4T, es una cantaleta que está sacando de casillas a los mexicanos más cuerdos, lúcidos y reflexivos.

Me explicaré mejor: se trata de una guerra que por un lado podría tener un sentido de justicia contra la evidencia de una corrupción inconcebible e imperdonable.

La cual colisiona contra el otro lado cuyo afán estriba solamente en sobreexplotar una estrategia de las que se hacen ciertamente cuando de plano una de las dos partes sólo quiere hacer tiempo, simultáneamente se pasa de la raya y se niega a reconocer que sus gobiernos han sido lo peor de todo lo peor en al menos más de medio siglo.

Ahí habrá pues, sin duda, consecuencias que en su momento, al prolongarse estos excesos, no se podrán controlar bajo ninguna circunstancia.

No quiero insinuar que se llegue al uso de la fuerza pública y muchos menos del despliegue militar (ni Dios quiera) para que el país se tranquilice, se equilibre y se serene, y que nos permita acompañarlo en su marcha natural con todas y todos los 130 millones de mexicanos arriba de su territorio.

El colmo es que mientras un amplio sector de la clase política predica que está rescatando a México del mal gobierno, este es, al mismo tiempo, el causante de que las “reparaciones urgentes” que necesita México no se puedan realizar porque para este grupo de poder, más allá de los partidos políticos, toda la disputa por el poder sólo se circunscribe a hincharse bestialmente de miles de millones de pesos.

Así cómo diablos va a avanzar este país si las únicas metas es utilizarlo para enriquecerse, sin darle, si se pudiera, nada a cambio. Como los impuestos.

Esperemos que las dirigencias nacionales de todos los partidos políticos reaccionen antes de que en México muchos acaben matándose.

Por lo pronto una cosa es muy cierta: ya todo mundo está enterado de quienes son los culpables de esto que ya parece, una funesta situación.

¡Feliz fin de semana!

@columnaorbe, columnaorbe.wordpress.com

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