Superada la elección del pasado dos de junio, los partidos políticos, el árbitro electoral y los gobiernos, deberán ponerse a arrastrar el lápiz en una reforma electoral que perfeccione nuestro sistema democrático.
Son muchas las situaciones que de alguna forma enturbiaron o impactaron en el desarrollo del proceso electoral, sobre todo porque generaron confusión en el electorado y de alguna forma repercutieron en el resultado de las votaciones.
En lo personal, me parece que un tema que debe tener prioridad en cualquier proyecto de reforma debe ser el de las casas encuestadoras. Es urgente ajustar la reglamentación para evitar que los partidos y los candidatos sigan recurriendo a mediciones a modo, con un único afán de generar una falsa percepción social sobre las preferencias.
Bajo la normatividad actual no existe, en lo absoluto, un control sobre las casas encuestadoras, que además se han reproducido como plaga. Cualquier persona tiene la posibilidad legal de darse de alta como encuestador y comenzar a venderse al mejor postor.
Otro aspecto que debe atacarse es el de la ignorancia ciudadana sobre el tema electoral. Contra lo que pudiera pensarse, todavía hay un amplio sector de la sociedad que desconoce las consecuencias que tiene su voto y además ignora las funciones o tareas que realiza, por ejemplo, un diputado, un senador, un regidor o un síndico.
En esa ignorancia se explica el hecho de que en cada proceso electoral hasta un 40 por ciento de los electores se abstengan de ir a las urnas. Son muchas las razones por las que no votan, pero una de ellas es que desconocen las consecuencias de su abstencionismo.
En lo personal me parece que la mejor vía para atacar ese analfabetismo electoral es a través de la educación desde los primeros años de las nuevas generaciones. Si a los niños y niñas se les comienza a enseñar, desde la primaria, cómo funciona nuestro sistema democrático, seguramente a la vuelta de pocos años tendremos ciudadanos más participativos y más responsables, pero sobre todo sabedores de lo que significan los cargos de elección popular.
Desde luego también debe perfeccionarse la norma para acabar con la impunidad de quienes en cada elección recurren al delito para manipular las elecciones.
La impunidad de los delincuentes electorales es evidente con las cifras de las fiscalías especializadas. Por ejemplo, en el caso de Tamaulipas no se sabe de un solo caso de alguien que haya sido sentenciado por violentar la ley electoral. Sí hay decenas de carpetas de investigación abiertas, pero ninguna llega a sede judicial.
En ese sentido, es momento de que partidos y autoridades electorales indaguen las razones de esa impunidad para atajarla en las futuras elecciones.
Por todo ello y mucho más, es que se requiere actualizar la ley electoral. La aspiración de toda sociedad debe ser en contar con normas más efectivas que generen mayor confianza en el resultado de los procesos electorales, pero, sobre todo, que reduzcan las posibilidades de fraudes.
Esperemos que los actores políticos se den prisa en ello.
EL RESTO.
DE DIPUTADO A JEFE DE PRENSA.- El diputado local de Morena, Obiel Rodríguez Almaraz, se perfila como el jefe de comunicación social del alcalde electo de Matamoros, José Alberto Granados Fávila.
De profesión periodista, Rodríguez Almaraz es el suplente del propio Granados Fávila. Se incorporó al Congreso del Estado desde que Granados pidió licencia para ir a hacer campaña por la presidencia municipal.
Aunque el presidente municipal electo apenas construye su equipo de trabajo, se dice que Rodríguez ya tiene asegurada la oficina de comunicación social.
GRANADOS IMPONE RECORD.- Con todo y el boicot de Mario Alberto López, José Alberto Granados Fávila logró imponer un record de votos en la elección del pasado dos de junio. Ganó la alcaldía de Matamoros con cerca de 125 mil votos, superando con mucho los 108 mil votos que obtuvo “La Borrega”.
El hecho tiene relevancia, porque el también diputado con licencia asumirá el cargo con un amplio respaldo ciudadano.
ASI ANDAN LAS COSAS.