Junto al Calicante, un pequeño riachuelo cuyas aguas turquesas reflejaban el cielo, la abuela Casilda recogía hierbas, mientras Paco, de 8 años, intentaba atrapar peces con las manos.
—Abuela, ¿por qué el agua es tan azul? —preguntó Paco, mojándose hasta los codos.
—Dicen que el Calicante guarda los secretos del valle —respondió ella, sonriendo—. Si escuchas bien, puedes oír sus historias.
Paco cerró los ojos y escuchó el murmullo del agua. De repente, un pez brillante saltó frente a él, dejando caer una pequeña piedra dorada en sus manos.
—Es un regalo del río —dijo Casilda—. Quizás sea mágica.
Esa noche, Paco deseó que el pueblo nunca pasara hambre, y al día siguiente, los huertos dieron frutos en abundancia. Descubrió que la piedra cumplía deseos y, en lugar de guardarla, la llevó a la plaza.
—Es del Calicante. Pidamos juntos por nuestro pueblo— dijo Paco.
Las personas hicieron deseos para la salud, la alegría y la prosperidad. Desde entonces, el valle floreció como nunca antes, y Paco aprendió que la verdadera magia estaba en compartir.