El Contador Tárrega
Hace unas semanas recibí un mensaje de mi hija Zaida en el que me decía: “Oye, pá’, no me gusta hablar de esto, pero el día en que tú ya no estés (que espero falten muchos años) quiero que me dejes tu legado del mensaje en la botella”.
Se refería ella a que, en mi ausencia, le permitiera seguir publicando mensajes escritos por ella, en los medios en que lo hago. Su propuesta me causó sorpresa al inicio, pero me agradó mucho, y le propuse que empezara a escribir para irla dando a conocer, así que, con mucho orgullo, me permito compartirles el primer escrito de mi hija. Espero les agrade tanto como a mí. Aquí va:
Cuando tenía 15 años, había un maestro que siempre nos decía “sé quién eres”. Cuando lo escuchaba, no podía evitar pensar: ¿Cómo que “sé quién eres”? Pues claro que voy a ser quien soy, ¿qué necesidad tengo de hacerme pasar por alguien más?
Ahora, después de casi diez años de haber escuchado esa frase, puedo comprender un poco todo lo que hay detrás de esa pequeñísima frase de tan solo tres palabras; y digo ‘un poco’ porque estoy segura de que, dentro de diez años más, habré comprendido el doble de lo que comprendo ahora.
Comprendí que, al parecer, a la gente no le parece que tengas ideas diferentes a ellos. Al parecer, para la gente, si cometes un error eres mala persona y tienes malas intenciones. Al parecer, para la gente, es mil veces más importante lo que los demás ven en ti, que lo que tú sientes dentro de ti.
Muchos dirán: “¡ay, a mí me vale!”, “¡ay, cada uno es libre de hacer lo que quiera!”. Sí, lo dicen, pero no lo hacen.
Ser libre es saber que puedes equivocarte en un examen sin que los demás digan: “A ese muchacho no le importan sus estudios”.
Ser libre es saber que puedes salir de antro, tomar unas copas sin que los demás digan: “Ese es un borracho irresponsable que no sabe hacer otra cosa más que salir de fiesta”.
Ser libre es saber que puedes dudar de saber qué es lo que quieres sin que los demás digan: “Ese niño ni siquiera tiene metas en su vida, no le importa su futuro y no se le ven ganas de salir adelante”.
Así que, si alguna vez dijiste o pensaste alguna de estas cosas, o alguna vez juzgaste a alguien por alguna mala decisión que tomó, entonces NO estás dejando a los demás ser libres de hacer lo que quieran.
Es por eso que existe tanta gente con miedo, es por eso que existe tanta gente sin ganas de hacer una diferencia, es por eso que existe tanta gente que no habla, aun cuando tienen ganas de GRITAR lo que pasa por su cabeza.
Somos humanos, y un ser humano es alguien que puede tomar un mal camino por accidente y tal vez volver a caer. Un ser humano es alguien que a veces está confundido y eso lo lleva a tomar malas decisiones, y eso no significa que tenga malas intenciones o un mal corazón. Un ser humano es alguien que duda de sí mismo cuando la gente cuestiona sus razones o lo subestima. Un ser humano es alguien que, incluso, puede llegar a subestimarse a sí mismo por el hecho de no tener a nadie que le haga ver lo mucho que vale y el gran potencial que tiene para lograr lo que se proponga.
Tal vez habrá mucha gente que no piense igual que yo, tal vez habrá más de un millón de ideas diferentes acerca del significado de un “ser humano”, y no está mal que tengamos ideas diferentes, ya que en todo el mundo no existen dos personas que sean perfectamente iguales. Tú no estás mal por pensar diferente a mí, yo no estoy mal por pensar diferente a ti, lo que sí está mal es pensar que la otra persona está equivocada por el hecho de pensar diferente a ti.
Así que, ¿te doy un consejo? “Sé quién eres”. No tienes por qué fingir o esconder lo que en realidad sientes, no tienen los demás por qué hacerte sentir menos sabiendo tú lo que en realidad vales, no tienes por qué tener miedo de expresar lo que piensas, no hay necesidad de hacerle pensar a todos que tu vida es perfecta, no tienes que cambiar tu personalidad por las críticas que escuchas a tu alrededor, lo único que tienes que hacer es “ser quien eres”.
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