El Contador Tárrega
El famoso grupo ochentero “Menudo” cantaba una jocosa canción llamada “Todo va bien”. Empezaba con el siguiente estribillo, que luego se repetía frecuentemente a lo largo de la canción: “Todo va bien, todo va bien, no pierdan la calma, todo va muy bien”.
El resto de la letra dice: “A todos los pasajeros, habla el capitán, el avión se descompone y tiembla como un flan (estribillo). No me fumen, no me beban, pueden respirar, voy a ver si tengo suerte y logro aterrizar (estribillo). Una tormenta nos arrastra contra el suelo, y un rayo ha destrozado todo el fuselaje, hemos perdido todo el tren de aterrizaje, y los motores han dejado de sonar, de funcionar y no sé cuánto más (estribillo). El motor de la derecha ha empezado a arder, es por eso que volamos un poco al revés (estribillo). Una tormenta nos arrastra…”
La canción termina con el estribillo repetido varias veces, y remata con el sonido de metales estrellándose.
Recordé esta canción hace poco cuando vi una película cómica llamada “Vacaciones”. Se trata de un hombre –precisamente un piloto de avión de una modesta línea regional– que, en un esfuerzo por unir a su familia, dado que los hermanos se la vivían peleando y su mujer no se notaba muy feliz, al no contar con muchos recursos económicos, planea un viaje largo a un lugar de recreo, para lo cual renta un vehículo.
Desde que inicia el viaje, todo es una serie de eventos desafortunados: problemas con el carro, en los hoteles donde pernoctaban, en la carretera y más, lo cual aumenta el nivel de estrés entre los miembros de la familia y las relaciones se tensan más de lo que ya estaban. Pero este padre de familia trata de ver todo de forma positiva y mantiene una actitud como la de la canción que mencioné (todo va bien, todo va bien, no pierdan la calma, todo va muy bien).
El clímax de sus problemas de viaje ocurre cuando el auto rentado termina explotando, dejando a toda la familia varada en medio del desierto y con el equipaje carbonizado. Es en ese momento cuando el padre finalmente pierde su buen ánimo y revienta. Empieza a decir que es un tonto, que creía que con sus estúpidas fantasías iba a poder unir a su familia, que no era capaz de darles las cosas que pudieran hacerlos felices, y les dice que, al regresar, él se irá de la casa, de esa manera, su esposa, aún relativamente joven, podría encontrar un hombre que le diera todo lo que ella merecía, y sus hijos podrían tener un padre sustituto con mayor fortuna y capacidad.
Ante este estallido de emociones, la mujer recapacita. Se da cuenta que habían estado permitiendo que sus estados de ánimo los determinara el resultado de las acciones del hombre, y no la intención que él tenía. Le agradece por no haberse desanimado por las actitudes negativas que ellos, esposa e hijos, habían mantenido por tanto tiempo, y le hace notar que son afortunados por tener un esposo y padre tan entregado a su familia, y con tantos deseos de hacerlos felices. Los hijos también cambian su actitud y todo tiene un final feliz (bastante chusco también).
En este Día del Padre, rindo homenaje a aquellos padres que, como este personaje, no claudican en su intención de tratar de hacer felices a su familia, y los animo a mantener su buena intención, independientemente de los resultados que, de momento, puedan estar obteniendo.
Sí, va a haber veces en que el avión va a dejar de sonar y funcionar, y parecerá que vuela un poco al revés. Esas veces en que ninguno de tus esfuerzos parezca dar resultado. Y cuando esas condiciones se mantienen por un tiempo relativamente largo, es muy fácil que aparezca la duda en las propias capacidades y se asome el fantasma de la autodesvalorización. Es entonces que nos autodenominamos tontos y de otras maneras más feas, y sentimos el deseo de reventar, de “tirar la toalla”.
Pero yo te invito a no abandonar tus intenciones de luchar por la felicidad de tu familia. Mantén el buen ánimo y persevera; tú sabes que el secreto para no caer de una bicicleta es no dejar de pedalear. Sé el piloto que tu aeronave necesita, manteniendo la ecuanimidad y la dignidad propia. Si mantienes siempre esa intención y actitud por sobre todas las cosas, te aseguro que, por muchas tormentas que los arrastren contra el suelo, todo va a estar bien. Feliz día, estimados papilotos.
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