noviembre 23, 2024
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El Contador Tárrega

Una inyección y un zarandeo

julio 21, 2023 | 369 vistas

El Contador Tárrega.-

La UTT es una universidad incluyente. No solo
admite estudiantes con capacidades diferentes;
también hay personal docente y administrativo con
esas características.
En esta ocasión, quisiera platicarles de cinco
extraordinarias personas que forman parte de este
gran equipo de trabajo (de derecha a izquierda de la
foto):
Juan Carlos González Reyes
Perdió la vista después de los 30 años a causa de la
diabetes. A causa de eso perdió su trabajo en la
CFE, lo que lo llevó a una fuerte depresión por casi
un año. Sus riñones también se afectaron por la
enfermedad y su esposa le donó uno, dándole otra
oportunidad de vida que él valora grandemente. Con
el apoyo de ella se propuso salir adelante y está por
terminar su carrera de Gestión de Proyectos en la
UTT. Labora en el área de inclusión educativa y
coordina visitas industriales. Como maestro que fui
de él, siempre admiré su buen humor y su
entusiasmo, y me bastaba voltear a verlo para

mejorar mi estado de ánimo cuando me sentía
abrumado.
Rubén David Soto Zárate
Padece retinosis pigmentaria de nacimiento.
Habiéndolo enseñado y preparado su madre para
ser autosuficiente, estudió Gestión de Proyectos y
trabaja coordinando el programa de inclusión
educativa. Es representante estatal del Sistema para
la Protección de los Derechos de las Personas con
Discapacidad del estado de Tamaulipas. Creó una
fundación para apoyar a niños y jóvenes con
discapacidad visual y auditiva y ha empezado a
practicar tenis para ciegos. Es un muchacho que
transpira iniciativa y liderazgo, del que estoy seguro
escucharemos hablar en un futuro no muy lejano.
Reyna Berenice Martínez Vélez
Si alguna vez hablas a la UTT, tal vez te responderá
una voz pausada, como con cierta dificultad para
pronunciar las palabras, pero muy dulce y
tranquilizadora. Ella es Reyna. Nació de 7 meses
con retraso psicomotor y parálisis cerebral. De
pequeña, se arrastraba por el suelo para poder
moverse hasta que, con ayuda de rehabilitación,
logró sostenerse usando una andadera. Planea
estudiar pedagogía. En sus tiempos libres vende
dulces en la calle para complementar su sustento,
pues vive independiente de su familia. Así que, si un
día ves en la plaza principal a una joven en silla de
ruedas y una cajita de golosinas variadas, acércate a
ella. Tú le comprarás un dulce, y ella te regalará una
sonrisa y una dulce experiencia.

Octavio Eduardo Magallán Patlán
Lo veía al pasar por la recepción de la universidad y
ya lo admiraba por su empeño en trabajar, pero
cuando supe que ha sido campeón mundial de tenis
para ciegos, mi admiración creció. Participó primero
en España (5º lugar), luego en Irlanda (1er. lugar) y
nuevamente en España para llevarse el
campeonato, por lo que la universidad se honra en
contar nada menos que con un bicampeón mundial.
Este 2020 competirá en Italia (Wow!). Como ven,
Octavio domina el difícil arte de devolver las pelotas
al contrincante en el campo de tenis, pero un mérito
aún mayor es haber aprendido el aún más difícil arte
de devolver con dignidad las “pelotas” de dificultades
en el campo de la vida.
Aurora Azeneth García Ontiveros
Otra bella flor que embellece la recepción de la
universidad en el segundo turno. Perdió la vista a los
12 años por glaucoma congénito. Eso no fue
impedimento para que terminara la licenciatura en
derecho y ejerciera por un tiempo en un despacho
atendiendo asuntos familiares y laborales. Planea
más adelante volver a ejercer la abogacía, por lo que
se ha propuesto estudiar una maestría y un
doctorado que le permita abarcar también la rama
penal. Estudió también piano, canto, masajes
antiestrés y, como ella misma dice, “un poquito de
todo”. Pero, ¿qué es eso que escucho? ¿es acaso
un joven con sus cinco sentidos diciendo que no
puede terminar su carrera? No, seguramente me

equivoqué. Y con Aurora cerramos este ramillete de
inspiradores ejemplos de vida.
No sé ustedes, pero para mí, conocer y platicar con
estas cinco personas ha supuesto una inyección y
un zarandeo. Una inyección de optimismo, de
aliento, de certeza: la certeza de que el ser humano
tiene un potencial enorme que muchas veces no
alcanza a dimensionar. Y un zarandeo, una sacudida
para mi cerebro que a veces se ve tentado a caer en
la autocompasión por retos y dificultades que, ante
los de estos muchachos, son insignificantes.
Así que ahí se los dejo para la reflexión. Aplíquense
la receta. La inyección y el zarandeo. Les aseguro
que los ayudará a ver sus propias circunstancias de
una manera muy diferente.
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Mensaje en la Botella

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