
Rogelio Rodríguez Mendoza.-
Apenas el presidente de la Mesa Directiva, Isidro Vargas Fernández, anunció que la iniciativa había sido aprobada por unanimidad de votos, el grupo teachers que presenciaba desde galerías la sesión ordinaria del Congreso del Estado desató un escándalo con gritos emocionados de, “sí se pudo, sí se pudo, sí se pudo” y “aportaciones, aportaciones, aportaciones”.
Abajo, en las curules, la mayoría de los diputados se sumaron a la euforia, aplaudiendo sin cesar mientras volteaban hacia los maestros, como buscando que los identificaran para que supieran a quien le debían el apoyo.
Incluso, el priista (que en realidad es panista), Ángel Covarrubias Villaverde, autor de la iniciativa de punto de acuerdo avalada, pidió un receso, “para que los maestros bajen a tomarse una foto con todos nosotros”.
Vargas Fernández no tuvo objeción y autorizó el receso. Los profes y diputados posaron felices, como si lo que acababan de aprobar fuera una hazaña y como si ya solo faltara agendar el pago de los teachers.
La pregunta para unos y otros es: ¿Qué festejan? La respuesta es durísima: ¡Nada! Efectivamente no hay nada que festejar porque lo aprobado fue un simple exhorto.
Porque en eso consistió la iniciativa aprobada por el Pleno en la sesión del martes reciente: en una especie de llamado o invitación al gobernador, Américo Villarreal Anaya, para que autorice una partida presupuestal que resuelva las demandas de miles de profesores de inglés que exigen se les regularicen sus aportaciones ante el Ipsset, para de esa manera aspirar a una jubilación y contar con todos los beneficios de seguridad social.
Los teachers llevan años (desde el 2001) en su lucha, pero nadie les ha hecho caso. El gobierno del panista Francisco García Cabeza de Vaca firmó una carta compromiso con ellos en 2019 para garantizarles que, “en breve” serían incorporados al régimen de seguridad social del Ipsset.
Ese día acudieron al Congreso del Estado porque el diputado Covarrubias Villaverde les dijo que iba a presentar una iniciativa en relación a sus demandas.
Lo que no les explicó fue el alcance de su iniciativa, que no va más allá de un simple llamado al gobierno para que voltee a verlos y que haga lo necesario para resolverles sus demandas.
En palabras simples: lo que se aprobó ese día no resuelve las exigencias de los teachers.
Es normal que los maestros desconozcan los efectos de un exhorto, lo cual justifica la emoción que mostraron desde galerías del recinto legislativo. Ellos no están obligados a conocer de derecho parlamentario.
Lo que sí es un absurdo es que muchos diputados (por supuesto hay sus excepciones, que son aquellos que sí estudian o se preparan para ejercer su función) sigan sin dimensionar los efectos limitados de un punto de acuerdo. Evidentemente no lo saben porque, igual que los teachers, mostraron un exagerado triunfalismo, como si lo que hubieran aprobado fuera la solución a la problemática planteada.
Incluso, la ignorancia llegó al grado de que hubo diputados que hasta reclamaron la paternidad de la iniciativa.
Fue el caso del morenista Juan Vital Román, también maestro de profesión, quien desde la tribuna legislativa aclaró a los teachers que su partido lleva años abanderando su lucha, y como muestra de ello les mostró una iniciativa presentada en la anterior legislatura por la entonces diputada, Edna Rivera López.
“Es una iniciativa que ellos (dijo, dirigiéndose a los panistas) no quisieron aprobar, así que no se vale que ahora vengan a decir que están de su lado”, refirió para luego recordarles que él ha sido quien más al pendiente ha estado de su situación.
La respuesta le llegó del panista Edmundo Marón Mansur, quien lo acusó de mentiroso.
El punto es que, la legislatura ya entró a su segunda mitad y muchos de sus integrantes siguen sin distinguir entre un punto de acuerdo y una iniciativa de decreto. De ese tamaño las cosas.
Frente a todo ello, no está por demás decirles a los maestros de inglés que ni se ilusionen. Lo aprobado el martes no les resolverá sus demandas.
ASI ANDAN LAS COSAS.